LO ULTIMO

6/recent/ticker-posts

¡Eso no puede ser!


 bohechiodigital@gmail.com--23/3/13--Son muchos los síntomas que llevan a algunos dominicanos a la conclusión de que vivimos en una sociedad en vía de disolución.

Nada más hay que ver la insólita decisión de la jueza Miguelina Campusano de la sexta sala del Juzgado de Paz de Tránsito del Distrito Nacional, en favor de un hombre que provocó la muerte de tres hermanos. 

A una velocidad pasmosa  esa jueza aplicó la ley 241 de manera conveniente al conductor del vehículo. Sólo le impuso una garantía económica de 2 millones de pesos, impedimento de salida y “presentarse periódicamente”, imaginamos que a su despacho.

Ahora las dignidades nacionales de toda laya se conforman con cargar sobre la ley 241, sobre la base de que es un anacronismo que tiene 46 años. Pero esa misma ley, que ha sufrido varias modificaciones, provee al juez los instrumentos para actuar con mayor dignidad y rigor. 

Si bien se puede considerar que las sanciones previstas podrían ser débiles en algunas circunstancias, también establece gradaciones cuando ha habido daños físicos, hasta causar la muerte, que van desde “seis días a seis meses de prisión y multa de RD$6.00 a RD$180.00 si del accidente resultare al lesionado una enfermedad o imposibilidad de dedicarse a su trabajo por un tiempo menor de diez días”. Y “cuando el accidente ocasionare la muerte a una o más personas, la prisión será de dos a cinco años, y la multa de…” RD$500.00 a RD$2,000.00.

Ante un hecho tan grave como la muerte de tres personas, los jóvenes hermanos José, Deris y Margarita Santana, la juez Campusano se conformó con imponer apenas una garantía económica e impedimento de salida.

De modo, que no se trata de una debilidad de la ley, que efectivamente la tiene, sino de una vergonzosa aplicación, que desdice del valor de la vida humana. Que una magistrada conceda tan fácilmente la libertad a un individuo que provocó un hecho tan lamentable, habla del punto en que se encuentra esta sociedad y especialmente sus administradores de justicia.
¡Eso no puede ser!   

El conductor  pide perdón

El joven de 20 años que el pasado miércoles en la madrugada mató a tres hermanos asegura que cuando ocurrió el accidente de tránsito no estaba borracho.Robert Boció Novas habló ayer por primera vez, luego de que la madrugada del martes arrollara con la yipeta que conducía a los hermanos José, Deris y Margarita Santana Alcántara. 



“Que me perdonen; que me perdonen; me imagino el dolor por el que están pasando, porque yo estaría igual. Sé que es grande para mí y para ellos también”, dijo al ser entrevistado en la Casa del Conductor, donde se encuentra detenido.

Su abogada, Agustina Heredia, dijo que están agotando todos los trámites para lograr su libertad, y mostró una certificación, alegadamente, realizada por el médico legista Edwin Jesús Peña Urbáez, que confirma que su cliente no conducía en estado de embriaguez.

La Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) aún no ha hecho público el informe de la investigación realizada para determinar si el joven había ingerido alcohol. 

Mientras que Ramón Molina, abogado de la familia que perdió a tres de sus miembros en este trágico suceso, calificó de débil la sentencia que dejó en libertad, y adelantó que en la continuación del proceso pedirán seis meses de prisión preventiva contra Boció Novas.

El artículo 49 de la Ley 241, sobre Tránsito de Vehículo de Motor establece que el que por torpeza, imprudencia, inadvertencia, negligencia o inobservancia de las leyes y reglamentos causare la muerte a una o más personas, pagará con prisión de dos a cinco años, y multa de dos mil a ocho mil pesos. 

“El juez ordenará, además, suspensión de la licencia de conducir por un periodo no menor de dos años o la cancelación permanente de la misma”, indica la referida ley.

Las víctimas, quienes murieron instantáneamente, eran los hermanos Deivi, Margarita y José Santana Alcántara, de 39, 44 y 42 años, respectivamente.

El suceso ocurrió próximo a la medianoche del miércoles en las inmediaciones de las avenidas Jiménez Moya y José Contreras, donde un grupo de personas celebraba el triunfo del país en el Clásico Mundial de Béisbol tras derrotar 3-0 al conjunto de Puerto Rico en la ciudad de San Francisco, en los Estados Unidos.