San Salvador.- El Salvador vive este viernes el segundo día de reflexión para las elecciones del domingo, en las que el presidente Nayib Bukele, compite por un segundo mandato consecutivo, a la espera de la entrada en vigor de la ‘ley seca’ que prohíbe el consumo y venta de bebidas alcohólicas para evitar desorden por personas ebrias.
También en esta víspera, magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) se reunieron con observadores internacionales y se afinan los últimos detalles en la logística.
La prohibición de vender, distribuir y consumir bebidas alcohólicas, norma controlada por agentes policiales, comienza a las 00.00 hora local del sábado (6.00 GMT) y concluye el lunes 5 de febrero, según lo establecido por el Código Electoral.
Las personas y establecimientos que no cumplan la norma serán sancionados con multas que oscilan entre los 114,28 dólares y 1.142,85 dólares, que se aplican «según la gravedad del caso y capacidad económica del infractor».
Las autoridades de seguridad de El Salvador consideran que con esta medida se evita que los ciudadanos voten bajo los efectos del alcohol y que personas ebrias ocasionen disturbios, tan comunes en las zonas de bares o en los centros de votación.
La cuenta atrás
Muchos salvadoreños cuentan las horas hasta que esta medianoche, y durante tres días, se implemente dicha ley, prohibiendo el consumo de alcohol.
Reyes Reyna Gavidia, de 58 años y propietaria de la cervecería Garden Beer en el centro histórico de la capital, se resigna con la medida.
«Es mejor porque así no hay problemas, no hay berrinches en la calle», asegura a EFE en un local repleto de clientes cerveza en mano, en su mayoría hombres.
La propietaria hace 24 años que regenta el local, que ocupa una edificación antigua de planta baja, techo de uralita y paredes con la pintura escamada.
Abre de 10 de la mañana hasta las 10 de la noche, y aunque la medida «afecta a las ganancias», «hay que hacer lo que el Gobierno diga».
Gavidia reconoce que podría vender comida y no cerrar el local, pero prefiere no arriesgarse.
«A veces vienen otras personas de otro lado tomadas y piensa la seguridad que uno les está vendiendo (alcohol). Para evitar problemas, un cierre del negocio o los papeles, pues se cierra», explica.
Los clientes, dice, también van a notar el cierre, sobre todo al producirse durante el fin de semana, días de fútbol.
«A ellos les hace falta, porque están acostumbrados a venir a ver el partido, como mañana va el Barcelona, domingo va el Madrid», afirma en un establecimiento engalanado con los escudos de estos equipos españoles.
Uno de los clientes, acompañado de una litrona y en un estado visible de embriaguez, agarra la mano a la propietaria y le recuerda melancólico que los días de sequía se acercan.
«Mañana ya no hay nada», le dice.
El silencio electoral
Esta prohibición se suma al silencio electoral, en vigencia desde el 1 de febrero, que veta la propaganda partidista en medios de comunicación, mítines, manifestaciones, concentraciones, hojas volantes, vallas o altavoces en lugares públicos.
A pesar de esto, se están emitiendo anuncios publicitarios del Gobierno de El Salvador en radio, televisión y redes sociales, en los que se reseñan los «logros» alcanzados por el presidente Bukele en diferentes áreas en sus casi 5 años de gestión.
Según el Tribunal Supremo Electoral (TSE), los que no acaten el silencio electoral puede ser multados con entre 1.142 y 5.714 dólares.
No obstante, el organismo colegiado aún no se pronuncia públicamente sobre los anuncios publicitarios del Gobierno difundidos desde el jueves.
El domingo los salvadoreños tendrán que elegir a su presidente entre la oferta de seis candidatos de diferentes partidos políticos, entre estos Bukele, quien busca continuar en su cargo para un segundo mandato consecutivo, con lo que va en contra de la Constitución.
Bukele, de 42 años y con gran popularidad, es el primer presidente de la etapa democrática de El Salvador con la opción de buscar su reelección inmediata y, de ganar, sería el primero en repetir en el cargo a pesar de que la Constitución no lo permite.