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Artículo: No dejes que nadie pinte tu mundo

Por Luis Alberto De León Alcántara 
Nos encontramos en la era de la tendencia y donde la gran mayoría de las situaciones se vuelven virales, tanto en las redes sociales como en la cotidianidad. 

Esto se puede apreciar en diferentes contextos, como farándulas, espectáculos artísticos, en algunas acciones de personas del ámbito público y en ciertos accidentes grabados por cualquier transeúnte… En fin, el mundo es tendencia; que sea importante o no, eso es lo de menos, lo que sí debe reunir como requisito es que sea haga viral y luego se comparta.

También hoy es tendencia buscar recetas, recomendaciones y sugerencias en el internet, para buscarle solución a un montón de cosas personales; por ejemplo: pasos para adelgazar, el modo eficaz para controlar el estrés, estrategias para ser una persona positiva y exitosa en la vida, lo esencial para ganar dinero rápido y cómodo. 

En otras palabras, da la impresión que queremos delegar toda nuestra responsabilidad y capacidad de pensar única y exclusivamente a otros, dejando entrever, que consciente o inconscientemente, los demás tienen la solución a todo lo que nos sucede. 

 Aunque lo dudemos, muchas de las facilidades con las que hoy contamos, nos quitan en ciertas ocasiones, la autonomía y la capacidad de tomar por cuenta propia nuestras decisiones. 

Pero como la sociedad cada día nos ofrece todo (desde el Uber hasta la aplicación de PedidosYa; que no está mal del todo) para no tener que sacrificarnos ni complicarnos tanto, lentamente nos vamos volviendo seres inútiles, porque hemos confiado bastante en las herramientas que nos proporcionan los demás, que hasta para la mínima cosa queremos que nos auxilien. 

Estamos dejando que los demás pinten nuestro mundo a su antojo, que diseñen nuestras direcciones, que nos indiquen qué debemos hacer y de qué manera resulta mejor. 

Poco a poco está desapareciendo nuestra voluntad, nuestro juicio crítico, nuestra actitud firme para decir: “No quiero eso”, “Ya dije que no y punto”. Sino que estamos depositando nuestra vida a los que nos rodean, creemos que la gran sabiduría es dejar que nuestras obligaciones y responsabilidades las hagan terceros, porque estamos pensando que el dinero está para eso, y que la felicidad es igual a comodidad. 

Tuve una profesora de Arte en Cuarto del Bachillerato, que una vez escribió en la pizarra una frase que he guardado siempre en mi memoria hasta el día de hoy: “Pinta lo que vives, y vive lo que pintas”. Dejando decir con ello, que nuestro pincel no puede estar en manos de otros; nosotros somos los dueños de nuestra obra de arte. 

Quizás podemos pensar que hay quienes pueden pintar nuestra vida diferente y con un estilo más elevado que el nuestro, pero jamás se nos olvide que no se trata de perfeccionismo, sino de intencionalidad. Pues, cuando pasen los años, el gran orgullo del ser humano será decir: “Eso lo hice yo, con esfuerzo y dedicación; eso me basta”.