Por Miguel Pineda López
Me parece verla sentada en una silla a la entrada de la gallera de la calle Jaime Mota del municipio de Barahona, año 1959.
De estatura promedio, ojos verdes, físico corpulento, aguerrida como forma de autodefensa, pero inofensiva en el fondo, temida por sus compañeras, ágil bailadora, fumadora compulsiva, protectora de los menores quizás porque nunca tuvo hijos, que sepamos.
Era una verdadera líder entre sus colegas de profesión. En esos alrededores había una renombrada casa de cita, y ahora recuerdo la canción de Leonardo Favio ¨La rubia del cabaret¨- qué lindo fue- qué lindo fue-, recuerdo de mi niñez que no olvidé- que no olvidé, solía esperar el sol para verla salir del cabaret…
En Colasa, una trabajadora sexual de la Era de Trujillo, marcada por las heridas de la desigualdad, discriminación social y falta de educación, honramos a todas las mujeres del mundo que se dedican a ese sacrificado y maltratado oficio.
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