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Cuando la vejez se convierte en una condena a la pobreza

A don Adriano Germán Gómez (83) lo dejan “dormir arrimado por ahí”. A veces pierde la noción del tiempo. Lo cuenta con una dosis de resignación similar a alguien que perdió todas las esperanzas. Sus años en la calle, caracterizados por todo tipo de penurias, los lleva a cuestas sin poder tirar la carga para descansar. Su rostro se ve cansado. 

 Su realidad lo ubica entre las más de 296,500 personas que están en condición de indigencia en República Dominicana, según los últimos datos oficiales disponibles. La cifra de adultos mayores en situación de calle se desconoce. Sin embargo, las estimaciones le dan una alta ponderación. 

De acuerdo eldinero.com Germán Gómez, quien dice haber participado en la Revolución de Abril de 1965, narra que come gracias a la caridad de otros y que solo tiene a Dios como su única compañía desde hace unos 50 años cuando se quedó sin techo. Hace un tiempo dejó de recoger botellas, medio que usaba para sostenerse, tras padecer de varios ‘achaques’ de salud. 

 Las causas que los llevan a esta situación son variadas. 
Para Morrillo Vicente, un comerciante de la avenida Duarte con París, muchos de estos envejecientes terminan deambulando en la calle porque durante su juventud no atesoraban el valor de la familia.

 “Yo creo que son padres que (de alguna manera) fueron irresponsables con sus hijos porque el padre debe ser bueno con sus hijos para que en el mañana no pase trabajo en la calle y durmiendo debajo de y puentes elevados”, expresa. 

 En tanto para el señor De Óleo, un transeúnte que a diario ve la condición en la que están estas personas, comenta que el Gobierno debe venir en su auxilio. Pero, al igual que Gómez, olvidado en el tiempo, decenas de adultos mayores son víctimas de este flagelo. 

Para Gabriela Mesa, quien recorre el kilómetro 9 de la autopista Duarte y la zona de Herrera, Santo Domingo Oeste, para llegar a su lugar de trabajo, no es raro caminar por ahí y no ver cómo un envejeciente anda a la intemperie, sin auxilio familiar, descalzo, sucio y con hambre. 

En el país existe el Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (Conape), entidad responsable de diseñar políticas nacionales a favor del adulto mayor. Tiene como misión, señala en su portal, garantizar los derechos fundamentales de los envejecientes a través de la implementación de políticas públicas integrales.

 “Conape tiene la responsabilidad de orientar a las entidades autorizadas a servir al adulto mayor en la aplicación de las políticas del sector. 

Además de la obligación de hacer cumplir la ley que lo organiza, el Conape realiza esfuerzos por contribuir al cumplimiento del Plan de Acción Internacional de Madrid sobre envejecimiento”, según la institución. 

 Más allá de palabras, el Conape se enfoca en accionar. 

Para ello cuenta con el proyecto de Acogida a Adultos Mayores (AMA), dirigido a la población mayor de 60 años de edad en situación de abandono (calles, hospitales y hogares), la cual se activa por denuncias recibidas por cualquier ciudadano. 

Desde su apertura, en 2015, a la fecha han sido acogidos 1,538 adultos mayores en estado de vulnerabilidad e indigencia, distribuido de la siguiente: en 2016 (786), en 2017 (575) en 2018 (114) y en lo que va de año (63). Para el 2020 el presupuesto por resultados para AMA es por valor de RD$17, 946,739.00. 

El programa también recibe pagos por servicio anual de Conape por la suma de RD$240,000. La entidad, que busca mejorar la condición de estos adultos, explicó que el proyecto AMA se enfoca en encontrar a sus familiares para establecer su responsabilidad y garantizar el regreso a su núcleo familiar. 

Otorga a estos un estatus de transitoriedad a la estadía de los adultos mayores en los centros de atención. Conape elabora campañas preventivas y de sensibilización para dar a conocer las garantías que da el Estado de la cobertura de sus necesidades básicas, así como dotarlos de un techo seguro que responda a sus necesidades básicas. 

Cuenta con más de 20 programas y servicios gratuitos de asesoría legal, asistencia en los tribunales, redacción de documentos legales, entre otros. Sin embargo, los esfuerzos del Conape y el de distintas instituciones públicas y privadas, así como organizaciones locales e internacionales en el país en favor de las personas mayores de 60 años, no son suficientes, ya que aún se observan envejecientes deambular por las principales calles de República Dominicana, especialmente en el Gran Santo Domingo. 

Algunos recorren las principales avenidas de la ciudad acompañados de una funda o bulto que, pocas veces, contiene el sustento de su diario vivir. Sus casas de cartón son improvisadas en aceras, bancos de los parques, debajo de elevados o de puentes. 

Dinero insuficiente 
El presupuesto asignado al Conape para el 2020 es de RD$670,964,360, en función de la demanda de los servicios actuales a la institución. Pero de cara al envejecimiento demográfico que potencializa la demanda de estos servicios, asegura la entidad, el presupuesto asignado a esta entidad debe ser ampliado. 

Según la Oficina Nacional de Planificación (Onaplan), cada día crece la comunidad de adultos mayores en República Dominicana, ya que proyecta que para el 2025 el 12.89% estará conformada por envejecientes. 

Los datos arrojados por un estudio de Onaplan reflejan que en República Dominicana habría un aumento significativo de las personas que sobrepasen los 60 años de edad, al compararlo con las cifras del 1980 (4.84%) y de 2000, que representaba el 6.61%. En términos absolutos, la población longeva aumentará de 555,000 en 2000, a cerca de un millón y medio en 2025. 

El problema no es que sean más, sino que en el país llegar a la tercera edad, etapa motivo de orgullo para cualquier ser humano, es para muchos, explica Mesa, un “café amargo que están obligados a ingerir”, entre otros factores, por el abandono que viven de parte de sus seres queridos, mayormente por su descendencia. 

Una luz al final del túnel 
Existen otros adultos que corren con mayor suerte y son acogidos por entidades sin fines de lucro, como es el caso de la Fundación Manos Arrugadas, una de las 128 entidades que se dedican a brindar atención básica a las personas longevas del país. 

“La Residencia Manos Arrugadas es un centro donde el adulto mayor se reúne con sus congéneres o coetáneos para recibir atención de salud, educación, productividad, recreación a través de un programa holístico que mejora su calidad de vida. Trabajamos con una población mensual de unos 450 longevos”, expresa la comunicadora y actriz Gianni Paulino, presidenta de dicha fundación. 

Cuenta que a través de diferentes programas de integración social y productiva entre otros aportes educativos, dan asistencia a más de 25 adultos mayores sin recursos ni familias que viven en la Zona Colonial, Distrito Nacional. 

El estado a través del Conape 
El trabajo realizado por Conape y otras entidades sin fines de lucro para dignificar a este segmento de la población aún no termina. 

Para contribuir a la erradicación de adultos mayores en situación de calle, muchos con problemas mentales, hace falta fortalecer el acuerdo institucional entre el Conape y el Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública, a los fines de que se puedan habilitar centros especiales para atender casos de esta naturaleza. 

Asimismo, crear unidades especiales de atención en los diferentes hospitales que ofrecen atención psiquiátrica. 

“Cuando el adulto mayor se encuentre rehabilitado o estabilizado, el Conape se compromete a acogerlo y trasladarlo a uno de sus centros geriátricos permanentes. Ampliar los servicios de salud mental en el nivel preventivo y adoptar medidas de capacitación y concientización en torno a esta temática”, puntualiza el Conape. 

Cada año la institución organiza una Jornada de Reforestación. A la fecha han realizado siete jornadas, las cuales son coordinadas en conjunto con el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, a través de su programa “Quisqueya Verde”. 

Este año cerca de 50 voluntarios de Banco Caribe participaron en la séptima Jornada de Reforestación, plantando más de mil quinientos árboles de caoba criolla, totalizando cerca de 7 mil los sembrados por 300 colaboradores en estos siete años de labor social. 

¿Qué hace falta? 
Paulino, quien ha hecho una pausa en la televisión local para dedicarse a mejorar la vida de los adultos mayores vulnerables, sostiene que en República Dominicana urge aprobar el proyecto de Ley sobre Reclamación de Manutención para Padres y Madres, para que, además, los envejecientes en condición de calle tengan una vida digna. 

Este proyecto, que busca que los hijos se hagan responsables de sus padres respecto a cubrir sus necesidades económicas, afectivas y sociales, fue introducido a la Cámara de Diputados hace unos años. Paulino indica que este proyecto contempla una penalidad “para aquellos hijos que abandonan a sus padres, al no comprarles sus medicinas, negarles la alimentación o abandonarlos en campos o apartamentos solos”. 

Otra necesidad, señala, es un plan de longevidad que promueva el bienestar en la vejez, fomentando mayor independencia en esta etapa de la vida de las personas, y abriendo oportunidades para que el 9% de la población adulta mayor del país se mantenga activa y productiva, para alejar el hecho de ser una carga para el Estado y sus familias.

“El Estado debe garantizar la sanidad pública a esa población. Debe asegurar una atención privilegiada a nuestros mayores, un plan para preparar a las personas para envejecer saludable, desterrar la imagen de enfermedad, apatía y desgano en la vejez”, recalca Paulino. 

 Ante la interrogante de por qué esos adultos están en esa condición, Paulino responde que la desprotección en la vejez es multifactorial. “Los adultos mayores van perdiendo su autonomía y aumentando su grado de dependencia, por lo que son más vulnerables a padecer abuso físico, psicológico, patrimonial, sexual, entre otros factores”, añade.