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Mis 500 locos el reto de un drama de época

Por José Rafael Sosa 
Si una, entre muchas novelas dominicanas, una que reclamaba desde hacía años una adaptación al cine era Mis 500 locos, (Leticia Tonos), puesta en pantallas en la actualidad por Caribbean Cinemas y basada en el testimonio del doctor Antonio Zaglul, con justicia postulada por la Dirección General de Cine a la categoría de Mejor Película Internacional ante la 93 entrega de los premios Oscar. 
 
La novela, publicada en 1966 con dos ediciones más hasta 1973, por la acogida de la comunidad de lectores que disfrutó esas memorias de su gestión como director del “Psiquiátrico” de Nigua, en plena dictadura de Trujillo, presentando un universo de personalidades truncadas en la razón y el entendimiento y enemigos del régimen, castigados a reclusión. 

Leticia Tonos Paniagua, (La hija natural (2011), Cristo Rey (2013) y Juanita (2018), ofrece una demostración de arrojo artístico al enfrentarse con el reto de un drama de época, con la exigencia logística y limitada al claustrofóbico ambiente de un centro psiquiátrico bajo la dictadura de Trujillo. 

Tonos Paniagua llegó al cine dominicano para establecer el precedente de una marca propia que la ha llevado a ser una de las directoras de mayor creatividad al asumir el reto de lograr un cine bien logrado y signado con el aliento de un compromiso trascendente y de mayor capacidad de riesgo para desarrollar diversidad de géneros. 

 Mis 500 locos se distingue por su dirección de arte, cuidada y que debió haber exigido un detallado plan previo y su fotografía con ese tono apastelado y oscuro, que le sirve para caracterizar el tiempo pasado, que transmite las oleadas de un encierro que más que físico que transmite el ambiente opresivo y claustrofóbico. 

Interpretativamente resalta la entrega con que Luis José Germán hace a un Antonio Zaglul, un personaje singularísimo y cuyo recuerdo, las generaciones anteriores a la presente, tienen muy vivo en su memoria y lo hace con entrega y fidelidad. Solo le faltó asumir la gravedad de la voz del médico petromacorisano. 

 Siguen en trascendencia actoral el venezolano Rick Montero, Elvira Taveras como la master enfermera e Ico Abreu, quien logra un buen peldaño actoral en su carrera al hacer un personaje que depende de las expresiones guturales. Giovanny Cruz, que debió haber llevado sotana negra, ofrece el punto exacto del cura solidario y colaborador. 

Merecen mención destacada por sus aportes: Jane Santos, Lía Chapman, Rick Montero, Oscar Carrasquillo (última actuación antes de adelgazar), Mario Lebrón y Vicente Santos, pero sentimos, en muchas de las actuaciones de soporte que debieron haberse desarrollado mucho mejor, evitando sobre actuaciones secundarias que debieron corregirse e interpretaciones, que pudieron haber dado mucho más, conociendo la capacidad de los talentos. 

Leticia Tonos es ya una marca diferenciada en el cine local que nos ha ofrecido tránsitos dramáticos, marcados por un humor inteligente y requiebros emotivos, exposición de realidades que contrastan prejuicios de todo tipo. Se exhibe actualmente en las salas de Caribbean Cinemas y la recomendamos con entusiasmo.