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La habichuela de San Juan

Por Bienvenido Montilla
Cada año para el periodo otoño-invierno la siembra de habichuela en la provincia de San Juan es noticia obligada; allí, el país cultiva el 80% de esta leguminosa. La actividad ocupa de 4,000 a 5,000 productores. 

La provincia sureña, con una extensión de 3,361 km2 y una población de 232,333 habitantes, de los cuales el 63% no sobrepasa los 34 años de edad, ha visto reducir su población desde 241 mil en 2002 a 232 mil en 2010; según el IX Censo de Población y Vivienda. 

También la cantidad de tierras cultivadas descendió en un 34% entre el 2012 al 2017, desde 714,692 a 531,714 tareas. El 33.91% del empleo en San Juan, proviene de la actividad agropecuaria. 

Estas estadísticas nada halagüeñas, inducen sin mucho esfuerzo de entendimiento, que la provincia requiere una especial atención de parte del Estado y es recomendable comenzar con la presente siembra de habichuela. 

Las actuales autoridades del Ministerio de Agricultura anunciaron que tienen previsto sembrar 163 mil tareas de habichuelas, repartidas en 140 mil en San Juan, 15 mil en Azua y 8 mil en Elías Piña. 

Esta meta es tímida, tomando en consideración que en el 2018 se llegó a sembrar 180 mil tareas, y en el 2019 se cultivó 219 mil tareas. Nada justifica esta disminución. 

De igual manera la inversión económica del gobierno en el 2019 superó los RD$300 millones y ahora el Ministerio de Agricultura anuncia una inversión de 165 millones de pesos. Aquí tampoco hay forma de explicar la merma. 

En ese mismo tenor, ha habido quejas de las asociaciones de productores de San Juan en la agilización de la entrega de material de siembra. 

Propicia es la ocasión para recomendar al Ministerio de Agricultura la reactivación del importante Departamento de Semillas, para implementar o continuar si existe, el Programa de Producción y Certificación de Semillas; clasificando y seleccionando a los más avezados productores, para inscribirlos dentro del programa que procura la obtención de simientes de alta calidad, que garantizan una mayor productividad. 

Sin menoscabar ni descuidar los programas de investigación agropecuaria, como fuente primaria de lograr nuevos cultivos que incrementen la productividad. Al campo debe llegar el cambio.