P adre Wilkin Castillo
En estos días amargos y de incertidumbre nos han sugerido estar juntos en casa, pero no revueltos, y por qué no revueltos, por el motivo de que ya no podemos abrazarnos, hablarnos de cerca, tenemos que taparnos la boca, la nariz y mantener un metro de distancia el uno del otro, parecemos ser adversarios en nuestra propia casa, pero les aseguro parafraseando la canción del momento, “Nos volveremos a encontrar.”
Me causa pesar tener que decirlo, pero sí, ha llegado a nuestras puertas un virus diabólico, el cual ha acelerado la vida de muchos de nosotros.
El momento es propicio para afirmar con todas nuestras fuerzas que donde está Dios no hay división, no hay caos, no hay pánico, no hay miedo, Dios es toda bondad; Satanás es todo lo contrario a Dios, él es amo y señor de la división y esto significa diablo el que divide él es quien provoca el caos, el pánico, el miedo. Dios une, Dios es todo orden, Dios es seguridad.
Ante un mundo falto de amor, de cariño, de solidaridad, en donde hay veces nos estamos cayendo a pedazos y nos hundimos en el egoísmo y en la lucha de poder de una gran mayoría, todo esto no parece ser real.
Anda circulando una imagen en las redes en donde nos presentan la palabra corona y cada silaba al darle su valor numérico que le corresponde en el abecedario y hacer la suma total arroja el número seiscientos sesenta y seis, el número de la bestia que lo encontramos en el apocalipsis 13:18. Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia, es un plan satánico bien pensado y perfecto para destruir y hacer daño.
Un dato que me parece curioso es el hecho de que en Italia, Roma ciudad del Vaticano y sede del papa, la enfermedad del coronavirus haya golpeado con tanta intensidad a nivel de pérdida humana se refiere.
Por todo lo mencionado y por otras razones, la lucha nuestra es una batalla espiritual, es contra las fuerzas del mal y nuestra arma más poderosa es la oración y nuestro refugio seguro se llama Dios, el Todopoderoso, Rey de reyes y Señor de señores y todos aquellos que creamos en Él y nos mantengamos firmes en medio de la tormenta ninguna plaga maldita nos tocará y caerán mil a tu izquierda, diez mil a tu derecha, a ti no te alcanzaran, el Señor a sus ángeles a dado órdenes para que te cuiden en tus caminos. Mi sencillo consejo es que nos cuidemos, pero seguros y conscientes de saber contra quien estamos luchando, por eso les pido de manera encarecida que doblemos rodillas y oremos con corazón contricto y humillado para ser una fuerza y una luz divina para los médicos, ya que sin la bendición de Dios y su poder los médicos y todos nosotros estamos perdidos.
Señor y Dios nuestro date prisa en socórrenos!!!.. Amén!...
