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El fin del mundo no es mañana

Entretenidos en elucubraciones sobre la crisis peledeísta que puede (o no) arrastrar a una crisis institucional y en la credibilidad cuestionada (o no) de la JCE de cara a las elecciones de 2020, los problemas cotidianos pasan desapercibidos.

Puede ser esa la causa o puede ser la cronificación de los asuntos, que ya forman parte de la cotidianidad. El dólar subiendo, el subsidio a la energía eléctrica o lo que es lo mismo, la eterna crisis de la energía eléctrica. Los asesinatos de mujeres. Los crímenes ambientales que ya son parte del paisaje, como si aceptáramos resignadamente que los ríos arrastren los plásticos y desechos como hace décadas navegaban barquitos de papel. El juicio de Odebrecht, que va para largo...

Por muchas y apasionadas conversaciones que despierte, la fractura peledeísta no es un problema trascendental para la patria. Sea cual fuere la decisión de Leonel Fernández... ese es un asunto interno de un partido político. No tiene por qué arrastrar a escenarios más complicados. Si decide (en caso de que pueda hacerlo) presentarse encabezando un movimiento o se acoja a las siglas de otro partido, son los votantes los que decidirán.

No hay por qué pensar que se avecina una crisis mayúscula institucional ni adelantar escenarios apocalípticos. No es el primero ni será el último ex presidente que deja su partido.

Hubo primarias, se dieron los resultados. Hay un organismo electoral que sigue trabajando con un calendario que hasta ahora se ha cumplido. Hay candidatos, hay oposición. Y hay ganas de que todo salga bien. 

Por Inés Aizpún/Diariolibre.com