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San Juan: 55 años del Masacre Palma Sola ¿historia o mito?

Al cumplirse 55 años este jueves del genocidio de Palma Sola, del municipio de Las Matas de Farfán justo un jueves 28 de diciembre de 1962, sobrevivientes y un grupo de profesionales anunció que propondrán la creación de una “Comisión de la Verdad”, que se encargue de investigar y solicitar sanciones, penales, a los actores intelectuales y materiales, incluyendo post mortem. 


El grupo ya ha anunciando también la formación de un comité que se encargaría los días 28 de diciembre de cada año, realizar diferentes actividades que impidan que esa masacra, con el paso del tiempo se borre hasta el recuerdo. Y no es para menos, porque Palma Sola no puede analizarse, interpretarse, verse con un asunto puramente de “brujería, hechicería, místico religioso”, es que ese 28 de diciembre del 1962, murieron calcinados, cientos de niños, hombres y mujeres, luego que militares y policías que actuaron en su destrucción, incendiaron las humildes casuchas en donde dormían y pernoctaban, durante el tiempo que permanecían en ese lugar. 

Entre quienes propugnaran por la creación de la Comisión de la Verdad sobre Palma Sola, están Rubén Zabala Moreta, Roberto Rosado Fernández, Leopoldo Figuereo Agramonte, Cassandro Fortuna Sánchez, Leopoldo Oviedo, Manuel Espinosa Rosario, y el sobreviviente, Félix Caamaño. Aunque sus creadores, los hermanos Ventura Rodríguez, en especial, León Romillo y Plinio, de quienes siempre se dijo que fueron sus mentores, tras una solicitud hecha por el místico religioso Oliverio Mateo Ledesma, esa matanza debe ser investigada y establecer responsabilidades a quienes se embarcaron en ese crimen. 

Pocos analistas e investigadores de Palma Sola, en sus apreciaciones han utilizado la palabra genocidio, pero por su definición: Genocidio, “destrucción sistemática de un grupo social”, es la palabra que más se asocia a lo sucedido en contra de cientos de humildes hombres, mujeres y niños, principalmente de las provincias de San Juan y Elías Piña. 

Con sus 80 años de edad y serios problemas de salud, Félix Caamaño narra con tristeza y nostalgia, lo que califica de fatídica mañana de 28 de diciembre del 1962, cuando muerto el general Miguel Rodríguez Reyes, toda el área de “Palma Sola fue convertida en un verdadero infierno por los militares y policías, fusiles, metralletas, pistolas y revólveres en manos, fusilando y cazando cuan fieras peligrosas a indefensos y humildes dominicanos, y dominicanas”. 

Las personas antes citadas están conscientes que sería una tarea difícil, pero no imposible, establecer responsabilidades penales contra los mentores del crimen, sobretodo porque la jerarquía católica de la época, jugó un papel estelar en ese crimen. 

Uno de sus protagonistas, el entonces párroco de la parroquia Santa Lucia, de este municipio, y años después ascendido a obispo de la diócesis de San Juan, monseñor, Thomas F. Reilly, quien durante varios meses estuvo realizando marchas disfrazadas de “penitencias” por las principales calles de esta localidad. 


Las razones de esas manifestaciones religiosas fueron justificadas por sus mentores, bajo el argumento de que “los palmasoleros se proponían incendiar este municipio y el de San Juan de la Maguana,” llegando a atribuirle a los mellizos, la consigna:”Las Matas servirá para leña y San Juan para carbón.” 

Entre las primeras acciones del equipo de personas antes citadas, esta hacer cuantos esfuerzos sean necesarios para, al menos, consultar sobrevivientes que puedan aportar datos de nombres y apellidos de las personas que fueron fusiladas y calcinadas por tropas del Ejército y de la Policía Nacional, que entraron con furias la mañana de ese jueves 28 de diciembre del 1962. 

También la construcción de un monumento a las víctimas, en el entonces paraje Palma Sola, hoy sección del mismo nombre, tras el ascenso de Carreras de Yeguas a distrito municipal, para colocar en él, no solo los nombres de los hermanos Ventura Rodríguez, sino de todas personas cuyos nombres puedan ser identificadas por familiares y por los actores que aun viven, Félix Caamaño y Patoño Bautista, entre otros. Por Manuel Espinosa Rosario.