Las llantas
En el centro de Elías Piña, los “motores del concho” recorren la calle de un lado a otro, a la caza de un pasajero que contribuya con 20 pesos al almuerzo del día.
A pocos metros, tres hombres sobre un camión destartalado desalojan sus entrañas de las “pacas” que transportan desde la frontera, envueltas en plástico y atadas con cuerdas que las atraviesan de un lado a otro.
“Cuando Quirino Paulino estaba aquí todo el mundo tenía su pa’l de pesos en los bolsillo.
(Había) Mucho trabajo”, narra un hombre de tez morena, sentado en uno de los bancos del parque, mirando de un lado a otro. Los brazos extendidos sobre el duro y frió espaldar de la banqueta pintada de negro y que ya empieza a perder su color debido al tiempo, el Sol y el roce de los cuerpos. “Quirino llegaba aquí y si había 100 o 200 gente, a todos les daba”.
Su voz no es la única que sirve para defender y hablar de El Don como un benefactor, recordando sus hazañas como hombre de pueblo, bondadoso y caritativo, ayudando a los más necesitados, sin que estos sobrepasen su hambre de auxilio para preguntar sobre la procedencia de su fortuna. Fuentes: Acento.bohechiodigital@gmail.com/11/3/15.