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Rumai o el increíble destino de un vendedor de dulces

bohechiodigital@gmail.com--18/12/13----.- Al igual que la incomparable Céline Dion, Mercidieu Dorléant es el más pequeño de una familia numerosa. Su padre murió cuando él tenía cinco años de edad. Una gran pérdida para una familia de la comunidad del Estero, cuya madre vivía de la cosecha anual de arroz y de algunas pequeñas ventas. 

Desde los quince años, iba y venía entre Haití y la República Dominicana sin pasar jamás por ninguna oficina de migración, porque nunca tuvo pasaporte y mucho menos visa. Multiplicó los pequeños trabajos. Portero, trabajador de la construcción, vendedor de dulces en la ciudad de Santiago. 

 El mensaje de Rumai se dirige especialmente a todos aquellos que sufren. Les dice que, al igual que él, que luchó siempre, no pierdan nunca la esperanza. 

 En algún momento oye hablar del movimiento Kitá Nagó y del canto que acompaña el recorrido que, de una punta a otra de Haití, realizaron miles de voluntarios a principios de año. “Demos el paso Kitá y el paso Nagó”, coreaban los caminantes. Se pregunta entonces por qué no inspirarse en este canto para valorizar su venta de “palito de coco”. 

Para este practicante de vudú y buen católico el domingo, buscar el ritmo no es cosa extraña: toca el tambor tanto en las ceremonias vuduístas como en las misas de su parroquia. La melodía “rabòday” con la que acompañaba el pregón de su producto le llegó naturalmente. 

Antes de la canción, los días en que mejor le iba, vendía en promedio 120 pesos. Con la canción, los beneficios comenzaron a crecer. Alguien le aconseja ir a vender en barrios más frecuentados que el suyo. Allá reunía entre 1,200 y 2,000 que le ofrecía la gente por oírlo cantar, sin contar con lo producido con la venta de los dulces. Un espectador desconocido lo filma sin que él se dé cuenta. Subido a YouTube, el video deviene viral en poquísimo tiempo. Y conquista a la República Dominicana. 

En cada salida, provoca mareas humanas, todo el mundo habla de él… pero este fervor popular no impide que, sin dudar un segundo, las autoridades de migración lo arresten a las cuatro de la mañana y lo devuelvan a Haití. Sorprendido de esta actitud, se promete no regresar jamás. Estando nuevamente en el Estero, pide a un vecino de Santiago guardarle sus efectos personales por miedo a que su casa sea desvalijada en su ausencia y enviárselos a Haití desde que sea posible. 

 Una de sus hermanas, que vive en la República Dominicana, lo llama una mañana para persuadirlo de regresar porque un dominicano la visita cada día interesado en entrar en contacto con él. Su madre no está de acuerdo porque teme que su hijo termine muerto. Pero Rumai regresará finalmente, aunque esta vez, en la oficina de migración de Dajabón, recibe un pasaporte confeccionado de urgencia y una visa dominicana gestionada por un hombre de nombre Olivier de Peña, quien se convertirá en su primer mánager. 

 De Peña lo lleva a Santo Domingo para promocionarlo en los medios. Una multitud lo espera a la puerta del canal donde se transmite “Extremo Quince” (De extremo a extremo”, canal 15, n.r.), que lo viva y le impide salir. Los negocios con De Peña terminarán dañándose por cuestiones de dinero de las cuales la superestrella no quiere hablar. 

Ahora otro mánager, Johnny Montano, espera imponerlo en escenarios de fuera de la isla. Para lograr este propósito, Montano le aconseja regresar a Haití y producir un disco de diez canciones. Según el mánager, en Haití Rumai podrá darle más fácilmente el toque “rabòday” a sus canciones. Y como la felicidad no viene sola, el cantante firma un contrato de publicidad con las tabletas Don Poyo, fabricadas localmente. 

El disco tendrá ocho composiciones suyas y dos merengues. Todas serán grabadas en español. Según dice, es un reconocimiento a esta lengua que le ha permitido cambiar de vida. Para Rumai, esta inesperada popularidad es un milagro. “A los quince años, mi sueño era construirle una casa a mi madre en el Estero, ahora puedo esperar presentarme en Japón, en Inglaterra o en Nueva York”, dice. 

Para su hermano Céquois Dorléant, todo es fruto de la perseverancia y de la fe. “El día en que fue contactado por Olivier, dijo al despertarse que sería él quien levantaría el honor de nuestra familia sin historia”, confiesa. “Rumai” es el apodo de su tiempo de trabajador de la construcción que él ha decidido convertir en nombre artístico. Ya no sale más a las calles con su bandeja de dulces porque, con su popularidad, podría causar disturbios. 

 Ahora está en Haití desde el 14 de este mes y su agenda está llena. Este martes 17 ofrecerá una rueda de prensa en el Backyard, donde se presentará el día 24. El 25, lo hará en Télé Caraïbes. Tiene también muchas posibilidades de participar en el desfile de carnaval de Gonaïves. 

Varios programas radiofónicos, como los de Chokarella y Tony Mix, también lo han invitado. El mensaje de Rumai se dirige especialmente a todos aquellos que sufren. Les dice que, al igual que él, que luchó siempre, no pierdan nunca la esperanza...Tomado de Le Nouvelliste. Trducción de 7dias.com.do)