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El primer año de Danilo Medina Sánchez

Por: Silvio Herasme Peña 
bohechiodigital@gmail.com--martes 13 de agosto 2013---Son apenas 365 días, 52 semanas, ocho meses equivalentes a un año, o sea, doce meses. Ese es el tiempo que ha gobernado el presidente Danilo Medina. Le restan 36 meses, y nada más. 

 Ese fue el tiempo que pidió Danilo, al que se comprometió a cumplir y a no desear ni un día, ni un mes, ni un año y mucho menos un período más. Es cierto que lo ha hecho bien, al menos para mi gusto, que no tiene que ser el mismo criterio de otros, pero entiendo que Danilo y su nombre podrían prosternarse, si viola ese principio sagrado de la no reelección. 

Hace años me decía un querido Compadre a raíz de una de esas odiosas y exasperantes reelecciones de Balaguer: “No se apure Compadre que desde que pase el primer año, ya comienza a acabarse”. Y es que el tiempo de Danilo sólo debe durar el tiempo que establece la Constitución y no permitirle a nadie amargarle la vida a sus propios compañeros que creen que les corresponde su oportunidad.

 Para el 2008 a Danilo le quitaron su chance de mala manera, y hemos visto lo que eso le costó al país, vimos lo que le dejó a la democracia el invento de Hipólito Mejía en el 2004 y lo que podría costar todavía. 

 Piense usted que a Mariano Rajoy, aparte del caso Bárcenas, se le ocurriera ir a una reelección, que allá se puede, tras la crisis económico social que ha vivido España, ¿usted no cree que las calles quedarían chiquitas para albergar las protestas que ese despropósito acarrearía?. Desde los tiempos antiguos siempre se ha dicho que los pactos se firman para cumplirlos y que usted nunca debe agregarle a los alimentos más condimentos del que corresponde. 

 El estilo que Danilo ha estado aplicando a su tiempo ha sido excelente; sin decir nada de nadie, ni bueno ni malo, ha ido desmontando con eficiencia un concepto que avala la dialéctica y “la no reelección”.

 Esta es una realidad tan tal, como diría un campesino, que ha llevado a algunos a decir que “si los hombres no pueden gobernar, que gobiernen las mujeres” en una clara referencia a la actual vicepresidenta de la República.

 Danilo no se merece que salgan imprevistamente unos tunantes a espantar el avispero con una supuesta campaña reeleccionista que él no promueve y que no puede aceptar por la sencilla razón de que es un hombre que se respeta. Y es de sabios pensar que cuando usted ve la barba de su vecino en peligro “ponga la suya en remojo”. 

 Esta experiencia del primer año de Danilo en el gobierno ha sido muy exitosa como para que venga cualquiera a echarle sin necesidad “una pasta de jabón” a su sancocho, creyendo que el jefe de Estado es una persona de esas ambiciones. Todos vemos razonable que su buen gobierno debe ser ejemplo de futuro para el país. 

Entiendo que Danilo conoce muy bien “al cojo sentado y al tuerto durmiendo” y sería oportuno desautorizar toda suerte de insinuación continuista. Resuelto ese tema sus compañeros, que tienen sus méritos, tendrán la oportunidad, sin traumas, de desarrollar sus actividades proselitistas, como lo ha hecho Temístocles Montás. Temo y usted, y hasta yo, conocemos las razones por las que “no lo hizo antes, eran tiempos de aspiraciones del Profesor, solamente”. 

 Si es cierto que las encuestas más serias han encontrado un respaldo de hasta un 80% de la población al presidente Medina, y aunque fuera menos, queda claramente establecido cómo es que se debe gobernar “para todos”, como muy oblicuamente ha dicho Hipólito.

 El presidente de la República ha saltado charquitos y traspasado alambradas saludando ancianas y aproximándose “al buen pueblo”, ha concitado la admiración de todos, pero también ha organizado las finanzas públicas y concedió el 4 % del Presupuesto a la Educación y acaba de resolverle “un grave problema” a los médicos del país. 

Anunció una mejoría de los sueldos para los empleados de la administración pública el próximo año. Si esto es o no lo que nunca se había hecho, ahora por lo menos se hizo para beneficio de la sociedad. Nadie debe atribuirse el derecho a “ensuciarle el agua a Danilo” comprometiéndolo en lo que siempre se hace: “Aspirar a seguir en la ñoña con los recursos del Estado”.

El buen consejo para Danilo Medina, ahora que se cumple el primero año de su gobierno es exhortarle a cumplir su programa de gobierno como lo prometió, a no utilizar los recursos para desencarrilar la buena marcha del tren gubernamental; cancelar al primero de los funcionarios que hable del asunto y dejar un transparente ejemplo de sus intenciones. Eso sería hacer, en definitiva, “lo que nunca se ha hecho”.