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Profesores ponen en peligro año escolar por reclamos

 bohechiodigital@gmail.com--8/4/13--Nunca antes en su batallada existencia de más de 40 años, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) se había visto involucrada en una lucha con tan reducido apoyo de opinión pública en una coyuntura política totalmente adversa. 

Tampoco se conoce que en condiciones tan desventajosas, el gremio haya dado un salto al vacío con un plan de lucha que anuncia a partir de hoy lunes, con el que pone en peligro el año escolar y su unidad interna.

 A diferencia de confrontaciones anteriores, en las que la demanda de un salario digno para los maestros concitaba el favor de amplios segmentos de la población, la lucha de ahora de la ADP es sólo por un porcentaje del aumento salarial, pues las autoridades no están negadas a mejorar los sueldos de los docentes.

Inclusive, ya los maestros se beneficiaron en marzo con un 20% retroactivo a febrero, y tienen la promesa de mejoras sucesivas en los próximos tres años. 

La cerrazón del gremio magisterial y su ambiciosa pretensión de un aumento de un 100 por ciento, pone a las autoridades educativas a la ofensiva con su discurso de defensa de una educación integral, de calidad, con evaluación del desempeño, capacitación y más cobertura, mientras que el sindicato está anclado en lo del 100 por ciento y privilegia el cada vez más odiado método de la huelga. 

El mayor error de valoración de la coyuntura que hace la dirección de la ADP, es que enfrenta a un presidente como Danilo Medina, bien valorado --más de un 80% en todas las encuestas-y que la población lo percibe preocupado por la educación (plan de alfabetización, construcción de 10,000 aulas, ampliación del horario extendido, y su mayor presea: haber otorgado el 4% del PIB para la educación pre universitaria). 

 La dirección de la ADP también falla al tratar de abrir grietas entre el mandatario y su Ministra de Educación, a la que difícilmente "saque los pies" porque lo que hasta ahora ha hecho Josefina Pimentel es interpretar los deseos del mandatario cuando el pasado 27 de febrero en su Rendición de Cuentas, y en obvia referencia a las demandas de la ADP, expresó lo siguiente al destacar la importancia del 4%: "Ahora estamos concentrando nuestro empeño en asegurar que esos mayores recursos se usen para tener impactos tangibles sobre la calidad, equidad y cobertura de nuestro sistema educativo y evitar que sean absorbidos por la ineficiencia o cualquier práctica incorrecta".

Cuando el presidente Medina habla de evitar que los recursos "sean absorbidos por la ineficiencia o cualquier práctica incorrecta", sintoniza con un amplio sector de la sociedad que siempre estuvo de acuerdo con el 4%, pero que expresaba reservas de que a ese dineral (unos RD$100 mil millones) no se le diera el uso más adecuado.

Con su "práctica incorrecta", la ADP se enajena también el apoyo de los sectores más sensatos de las "sombrillas amarillas", aunque llama mucho la atención la ambigüedad que ha exhibido en esta confrontación la llamada Coalición por una Educación Digna. 

ADP camino a la división Como si fuera poco, la desmesurada demanda de la ADP ha dispersado las fuerzas políticas que inciden en su seno, y ya la corriente de los maestros alineados con el PLD prepara armas en defensa de su gobierno, porque advierte un trasfondo político en el afán de dañar el año escolar. 

Paradójicamente y en una actitud inconcebible, el presidente del gremio, miembro del Comité Central del PLD y diputado al Congreso Nacional por ese partido, ha cerrado filas en contra de la política educativa de su gobierno, al estropear sus logros y patrocinar una conflictividad que fue precisamente lo que trataron de evitar los maestros en sus elecciones internas, al poner en la cabeza de su gremio a un militante del partido de gobierno, lo que auguraba una relación fluida. 

Comienza la "madre" de todas las batallas Cuando el razonamiento más elemental aconsejaba un repliegue, la dirección de la ADP anuncia para esta semana su ofensiva final con concentraciones, asambleas y una marcha nacional, que en los hechos constituye un boicot al año lectivo que entra en la última etapa, y abona el terreno para una peligrosa confrontación que, de entrada, perjudica a los más pobres que son los que estudian en las escuelas públicas, pero que pone en juego la existencia misma del batallador gremio de los maestros. Por Nelson Rodríguez.