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“Balaguer creía mucho en el destino”


 bohechiodigital@gmail.com--15 de marzo 2013---Es un hombre tan callado que hasta ríe por dentro. Ningún sonido escapa de su garganta.Uno sabe que ríe porque se le ilumina y contorsiona el rostro por completo, y un brillo inusual aviva sus ojos.


Resulta imposible no asociar la figura de Rafael Bello Andino a la del  presidente Joaquín Balaguer, con quien comenzó a trabajar en el año 1956.



La fidelidad que profesaba al mandatario que dirigió el destino de la nación en distintos períodos durante de 22 años, ha caracterizado a Bello Andino a lo largo de su vida pública. Ni qué hablar de su reserva. No suelta prenda. Igual que sus gestos -pausados y discretos-, así se abre. Lentamente, como evocando en el tiempo la plétora de eventos vividos junto al doctor Balaguer.



Conversa despacioso, sentado en un sofá de la sala principal de la Fundación Joaquín Balaguer, con su clásica vestimenta: chacabana blanca, impecablemente planchada, en juego de contraste con el pantalón oscuro a tono con las medias y zapatos.  Preside la entidad que en vida ideó Balaguer inspirado en la Fundación Betancourt. Los estatutos se elaboraron siguiendo sus sugerencias.



Allí, en la parte trasera de la que fuera residencia de Balaguer en la avenida Máximo Gómez 25, hace oficina  todas las mañanas. Atiende todo lo que se presenta, desde solicitudes de ayuda de personas de escasos recursos económicos, cargados de múltiples y diversas necesidades, hasta la recopilación de publicaciones sobre la vida y obra de Balaguer, que se distribuyen gratuitamente.



Corría enero de 1955  cuando Bello Andino ingresó a la oficina particular de Trujillo, y un año después “al presidente Balaguer lo nombraron secretario de Estado de la Presidencia”.



“A mí me promovieron y llegué al despacho del secretario de Estado de la Presidencia”. Seis era el número de los auxiliares y Bello Andino era uno de ellos. Ahí comenzó a ver de manera esporádica al presidente Balaguer, como se refiere a él. Caminando el tiempo a Balaguer lo escogieron candidato a la Vicepresidencia de la República para las elecciones de mayo del 1957.



El candidato requería un auxiliar y Bello Andino fue elegido entre los demás. Era el más joven de los auxiliares del despacho de la Secretaría de Estado de la Presidencia. Así comenzó su relación con  Balaguer que se mantuvo hasta el día de su muerte. ¿Qué vio Balaguer en Bello Andino para convertirlo más que en su secretario particular, en su  silueta inseparable? Este, muy modesto, dice que el presidente Balaguer al comentar esa relación con su médico de Boston en uno de sus viajes de salud, manifestó que “nos identificamos mucho”.



“En esa época las cosas no eran tan dificultosas y estábamos los dos muy jóvenes y conversábamos de todo. Él a veces me llamaba y era para hacerme un cuento, a veces picante, a veces no”.



Recuerda -entre uno y otro tema- la pasión de Balaguer por los dibujos animados. Disfrutaba mucho los “paquitos” de su tiempo.



Como presidente, Balaguer llevaba una rutina que era más que nada un ritual. Ambos llegaban al Palacio Nacional antes de las siete y treinta de la mañana.



Al principio -como vicepresidente- el horario era interrumpido a la hora de almuerzo, para retornar las labores a las tres y retirarse a las seis de la tarde.



Cuando las cosas se fueron complicando, dice, ocupando ya Balaguer la Presidencia, la labor era ininterrumpida. El mandatario trabajaba hasta las once de la noche y el almuerzo se lo enviaban desde su residencia. Con cautela mide las preguntas y respuestas en esta entrevista, durante la cual destacó la lucidez mental que Balaguer mantuvo hasta su muerte. “Cualquiera hubiese pensado que tenía un aparatito en el oído que le transmitía, pero eso no existía”.



¿Qué es lo que más recuerda del presidente Balaguer?
Es muy difícil recordar algo en particular.  Ha sido tanto lo vivido, que se me hace difícil.  Una frase suya que siempre me ha gustado: “Lo he dado todo por el país, lo único que me falta por dar es la vida, y eso lo estoy dando”.


¿Es cierto que el presidente Balaguer, ya enfermo, había manifestado su deseo de donar su corazón?
A mí no me lo dijo.


¿Cómo lo definiría usted?
Un hombre muy dedicado al país, muy dedicado a su familia, a su madre y a sus hermanas. Disfrutaba la política. Disfrutaba su trabajo. Era muy desprendido. Dio todo.


¿A qué atribuye usted ese marcado desprendimiento del doctor Balaguer? ¿A que se debía esa filosofía de vida suya?

Su desprendimiento era su convicción de que todo era pasajero y que lo único que quedaría serían sus obras. La dedicación del presidente Balaguer competía con su desprendimiento. Sus únicas propiedades, siguiendo su deseo, fueron donadas todas. 

La casa de la Máximo Gómez 25 (parte delantera) a la Liga Dominicana Contra el Cáncer , en cuya parte trasera opera la Fundación Joaquín Balaguer. 

La propiedad que tenía en Guaigüí, La Vega,  la donó a la Iglesia Católica, donde opera hoy  una universidad. En Santiago, la casa familiar la donó a unas monjitas que trabajan por los enfermos y los pobres, las hermanas “Adoratrices”. En San Juan de la Maguana, en la comunidad Juan de Herrera, la casa que tenía ahí, de un vasto terreno, se la donó a Hogares Crea.


A propósito de obras, ¿cómo cree que sería nuestro país sin las obras de infraestructura del presidente Balaguer por la que fue tan duramente criticado? La Luperón, La Churchill, la Lincoln, la 27 de Febrero, la Plaza de la Cultura…
Sería un desastre mayúsculo. Ahora mismo es una odisea trasladarse de un sitio a otro por solo mencionar las vías de comunicación. Luego, las presas que se construyeron han resuelto muchos problemas.


¿Qué opinión le merecen los gobiernos que han sucedido a los del doctor Balaguer, la manera en que han manejado el poder esos gobernantes?  ¿Han evolucionado, para bien o para mal?
Los acontecimientos han cambiado, la vida misma, ahora  hablamos de millones y millones, cosa que no era lo que predominaba y la misma tecnología ha cambiado mucho el manejo de la administración.


Tiene que haber algo que requiera un político de todos los tiempos para hacer buen uso de la política. ¿Qué sería, a su entender?
Dedicación total. A Balaguer le sobraba el tiempo para dedicarlo y así lo hizo.  Se dedicó por completo a las actividades oficiales y no oficiales. Y a la política también.


¿Eso fue lo que le llevó a descuidarse de su salud, de la vista principalmente?
Particularmente de la vista. Así es. Ya en Nueva York, su médico, con el que guardaba una estrecha amistad, le diagnosticó el glaucoma en los años 62-63 y, desde entonces, le recomendaba “cuide sus ojitos, no se descuide”. En esos años él vivía chequeándose, pero cuando regresó al país, 1965-1966, empezó a descuidarse de sus ojos.


¿Qué es la política para usted? ¿Cómo la definiría?
Es algo muy ‘bregón’, llena de muchas  experiencias, muchas buenas y muchas malas.


En su entorno inmediato, ¿contaba Balaguer con alguno predilecto? Me refiero en su ámbito más cercano, personal, con quien disfrutara charlar.

Su chofer (desde 1953) Saturnino Ramírez, con quien hablaba de todo. Saturnino salía con ocurrencias que el presidente Balaguer disfrutaba. Conversaba mucho con el presidente y fue su chofer desde cuando el presidente Balaguer estaba en Educación.


¿Cómo usted fue procesando la pérdida física del doctor Balaguer; cómo fue ese duelo? ¿Qué es lo que más extraña de él? ¿Cómo ha vivido ese desapego?
No es fácil porque todavía esa influencia permanece en mí. Entonces yo me he centrado aquí (en la Fundación) y aquí voy.


Estando aquí (en la Fundación), ¿se siente cerca de él?
Así es.


¿Qué es lo que más extraña de él?
Nada en particular. Todo a la vez.


Los últimos días usted compartió con él, en su lecho, ¿dialogaban mucho?
Sí.

¿En algún momento él le dejó sentir a usted la certeza de su partida?
No. Nunca.


La mayor lección dada por el presidente Balaguer. ¿Qué enseñanza le dejó?
Uno lo iba aprendiendo en el correr del tiempo. Asimilando las experiencias que se iba adquiriendo. De ahí se aprendía. El presidente Balaguer hablaba mucho del destino. 

Él era destinista totalmente y tenía razón. Para decirlo con realidades, por ejemplo, él estuvo de embajador del 40 al 50. Primero en Colombia (siete años). De ahí pasa de embajador a México (tres años), tiempo más que suficiente como para pensar que se habían olvidado de él.

 En 1950 viene al país como secretario de Educación, poco tiempo después, asume como secretario de Relaciones Exteriores y de ahí a secretario de la Presidencia. Mira como viene acercándose. 

Pasa a ser candidato a la Vicepresidencia. Luego de las elecciones, se instala como vicepresidente. Una serie de acontecimientos que envuelven al país con motivo de las sanciones de la OEA hacen que el presidente de la República (Negro Trujillo) renunciara y que Balaguer cubriera esa vacante.  En esa situación acontece la muerte de Trujillo (Rafael Leonidas). 

Entonces, ya él pasa a ejercer la Presidencia del país de manera total, convirtiéndose en el real director del país. Todo eso era para más que pensar en eso del destino. Parecería que la Presidencia del país era su destino. ¿Qué aprendí? Su dedicación al trabajo y a asumir las responsabilidades.


Leonel Fernández ha seguido esa línea de Balaguer, ha ganado las críticas de algunos sobre su estilo de gobernar emulando al doctor Balaguer. ¿Qué opinión le merece?

Parece una realidad. Él (Leonel) mantuvo la cautela, como Balaguer, la discreción. No se deja arrastrar por la provocación y así va resolviendo los problemas que le ha tocado enfrentar.


¿Qué le disgustaba del presidente Balaguer? ¿Qué le hubiese gustado cambiar de su manera de ser?
No, no hubiese cambiado nada. Nos fuimos comprendiendo desde el primer momento. Compartíamos muchas cosas.


¿Cuáles fueron los momentos más difíciles de los gobiernos de Balaguer?
Muchos. Por ejemplo,  las cosas que nos vinieron tras la muerte de Trujillo. Situaciones muy dificultosas. Tuvimos que enfrentar huelgas, desórdenes callejeros, persecuciones y todo eso le tocó enfrentar y buscarle soluciones.


¿Y sobre el tema haitiano?
Este tema supo manejarlo. Era un gran conocedor de los problemas haitianos. En su libro ‘La Isla al revés’ maneja muy bien, de forma desapasionada, la historia de Haití comparada con la historia dominicana. Un libro de gran valor para las relaciones nuestras con Haití.


Balaguer era muy religioso, muy creyente, católico. ¿Cómo la Iglesia Católica pudo influenciar en sus decisiones de Estado?
¿Cómo así? No entiendo.


Antes de tomar una decisión, ¿pensaba en la manera en que podría afectar sus relaciones con la Iglesia?
Él mantenía sus relaciones muy activas con la Iglesia Católica.


¿Y los Estados Unidos? ¿Pensaba antes de tomar una decisión cómo afectaría sus relaciones con esa nación?
Nunca. Sus relaciones fueron siempre cordiales y respetuosas.


¿Podría decirme cuáles fueron las luces y las sombras de los gobiernos del doctor Balaguer? 
(Medita) No me viene a la mente ahora. Cuando uno quiere recordar algo...


Pasemos pues a la próxima pregunta mientras le viene. ¿Cómo definiría las relaciones del doctor Balaguer y Trujillo?
Cordiales, respetuosas.


Trujillo lo consultaba mucho, tengo entendido...
Sí, porque Trujillo veía en él una persona ajena a toda esa intriga. Lo consideraba algo aparte.


¿Por qué piensa que el presidente Balaguer no dejó, no formó cuadros políticos que lo sucedieran?
Lo que él dejó, lo que construyó, fue la total libertad para que ellos desarrollaran sus aspiraciones. Él consideraba que no era posible otorgar o escoger a una u otra persona como su sucesor.  Dejó el campo libre, abierto para que las bases del partido lo escogieran.


¿Quién llenará la página en blanco? (Dejada por Balaguer en su libro Memorias de un Cortesano en la Era de Trujillo sobre el asesinato de Orlando Martínez).
El presidente Balaguer fijó un término indicando que no quería ninguna mención antes de esa fecha. Veinte años después de su muerte se llenaría.


Falta mucho, ¿no le parece?
Va corriendo el tiempo, se va acercando. Ahora falta menos.



¿Quién es esa persona?
Todo está envuelto dentro de un mismo paquete.


Presidente de la Fundación Balaguer
Tras la muerte de Joaquín Balaguer, su amigo cercano y colaborador, Rafael Bello Andino fue designado presidente del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), pero luego se alejó de las actividades políticas, aunque se mantiene como miembro de esa organización. 

Bello Andino es el presidente de la Fundación Joaquín Balaguer, organización que tiene la misión de mantener viva la memoria del líder y de desarrollar programas de asistencia económica y social a diversos estratos de la sociedad dominicana.

Herencia
El presidente Balaguer consideraba que no era posible otorgar o escoger a una u otra persona como su sucesor en el ámbito político”.


Haití
En su libro ‘La Isla al revés’ Balaguer maneja muy bien, de forma desapasionada, la historia de Haití comparada con la historia dominicana”.


Lecciones
Parecería que la Presidencia del país era su destino. ¿Qué aprendí? Su dedicación al trabajo y a asumir las responsabilidades”.

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