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IV domingo de Cuaresma o “laetare”

 bohechiodigital@gmail.com----10 de marzo 2013---Hoy celebramos el cuarto domingo de Cuaresma, llamado en latín Domingo “Laetare”, es decir, “alégrate”, por la proximidad de la Pascua. 

Hoy la liturgia nos invita a alegrarnos, porque se acerca la Pascua, el día de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. San Pablo nos dice hoy que el que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. 

Todo viene de Dios que nos reconcilió por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. No podemos pues, volver a la época del ojo por ojo, tan común hoy de nuevo en nuestra sociedad. Durante toda esta semana, el Señor nos ha estado hablando del perdón y de la misericordia de Dios. 

Si somos cristianos debemos vivir conforme al testimonio de Jesucristo, que tuvo siempre el perdón como su máxima. 

El nuevo testamento está lleno de ejemplos como el que nos ha tocado este domingo. “La parábola del hijo pródigo”: aquí contemplamos qué clase de padre debemos copiar a la hora de educar a nuestros hijos. 

Qué maravilla el respeto del padre por sus hijos, que fue capaz de sacrificarse para que él viviera su propia experiencia, aunque en el fondo sabía lo que le esperaba. 

El padre le dio al hijo menor todo lo que este le pidió, sabiendo que el muchacho era incapaz de administrarlo. No podía hacer nada más que esperar que su hijo regresara a casa y aceptara la seguridad paterna.

 El padre no le impuso al hijo sus propios planes, sino que le dio libertad para que este aprendiera por sí solo; y cuando el joven finalmente regresó, encontrándose en la pobreza y habiendo vivido en condiciones mucho peores que los empleados de su padre, eso fue lo que sucedió: el hijo comprendió finalmente que cuando se alejó del ámbito de la protección paterna terminó por caer en los pozos más profundos de deshonra, peligro y abandono. 

 ¡Qué difícil es hoy educar a nuestros hijos en la libertad! ¡Y qué importante es que lo sepamos hacer! Muchas veces sabemos, que lo que nuestros hijos nos piden, no les conviene, y nos cuesta aceptar que ellos no entiendan nuestros argumentos. 

Es entonces cuando después de explicarles el porqué de nuestra negativa, debemos dejarles tomar sus propias decisiones, si es que tienen la edad suficiente para asumir sus propias responsabilidades. Lo que sucede hoy, es que los padres permiten a sus hijos tomar sus propias decisiones sin tener la edad para eso. 

A la larga sabemos que se arrepentirán. Sin embargo, lo importante es que ellos sepan que los queremos y que estamos dispuestos a recibirlos con los brazos abiertos. Amén. Y pedir al Señor que el error que cometan no resulte demasiado doloroso para ambas partes. 

 Esta parábola del Hijo Pródigo es la parábola por excelencia del perdón y la misericordia del Dios Padre. Aquí es donde contemplamos la gratuidad del amor de Dios y es por eso que no entendemos nada. ¡Nos resulta tan difícil! Y es que sin la gracia de Dios recibida en el Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, no podemos hacer nada.

 Por eso es tan importante este tiempo de Cuaresma, para aprovechar y aumentar nuestra oración, nuestro ayuno y penitencia, de modo que vayamos creciendo poco a poco en ese Amor que debemos reciprocar al Señor, a nosotros mismos y a los demás. Ver que cada vez que nos alejamos de Dios, vienen las dificultades y nos falta ese soporte que es Cristo cuya ayuda siempre debemos tener presente. 

El lo único que desea es nuestra felicidad, y cada vez que nos separamos de El perdemos la oportunidad de ser felices! No hagamos esperar al Señor. Repitamos con el Salmo de hoy: “Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. 

Contémplenlo y quedarán radiantes, y no se avergonzarán. Si el afligido invoca al Señor, El lo escucha y lo salva de sus angustias”. (Sal 33) ¡Que el Señor nos bendiga y a todas nuestras familias! Amén.    melmudesi@hotmail.com