LO ULTIMO

6/recent/ticker-posts

La brujería: una realidad en el país

bohechiodigital@gmail.com.-Se calcula que aproximadamente, el 70% de la población dominicana trabaja de una forma u otra la santería o fetichismo. Dentro de dichas prácticas, la de mayor tradición en el país es el Vudú, elemento mágico-religioso, el cual paradójicamente parece no tener nombre propio; en tanto representa un conjunto bastante ecléctico de prácticas y creencias que podría ser el resultado del contacto histórico con Haití y su cultura.

Aunque procede del haitiano, ciertas características lo diferencian de éste. En el caso de los dominicanos, por lo regular no tienen templos y los rituales se llevan a cabo frente a altares colocados en un rincón de la casa del practicante. No realizan sacrificios de animales, salvo raras excepciones; tampoco tienen un sacerdocio organizado y no se consideran vuduitas, sino espiritistas.

Una parte de la población es creyente firme en la brujería, práctica frecuente en los diferentes estamentos sociales, aunque muchos buscan que pase inadvertida, como si no existiera y se empeñan en desvincularla de su sentido fetichista.

Con el toque de una campana invocó los espíritus e inició la consulta. De inmediato entró en éxtasis o trance; o sea, se montó y su voz experimentó significativos cambios. Bebía sorbos de ron y fumaba tabaco, poseída supuestamente, por un espíritu.

En tales condiciones y con la voz muy extraña, la mujer inició sus preguntas, tratando quizás de adivinar cosas que tuvieran semejanza con lo que esperaba escuchar, en la medida que la respuesta obtenida justificara lo que según ella salía en las cartas, tras lo cual aconsejaba cuáles cosas debía hacer a fin de conseguir lo aspirado.

Luego de salir del trance retornó a la conversación normal: “¿conoces a San Miguel?, él era el espíritu que te hablaba. Luego de salir del trance retornó a la conversación normal: “¿conoces a San Miguel?, él era el espíritu que te hablaba y te encomendaba lo que debía hacer para prosperar, es el ángel que te cuida”.

Y tras varias insinuaciones y aproximaciones de la realidad que cada quien experimenta en la vida: sueños de un mejor trabajo, viajes, cuidarse de las envidias, mantener el matrimonio, pese “a personas que intentan destruirlo”, prosperar, en definitiva, en lo personal y profesional. Así terminó la adivina.

A los pobres desarraigados de la suerte, hundidos en la miseria, es a quienes se les atribuye la pasión por los brujos, considerados seres superiores que le pueden ayudar a resolver los problemas.

Aunque con menor frecuencia, la brujería también la practican en el país los ricos, altos funcionarios de origen humilde, artistas famosos que ven en esta actividad oscura la protección de sus carreras, responsables de sus logros y un ardid certero para sus conquistas, básicamente el dinero.

Aunque es difícil ponderar con precisión cuántos brujos, fetichistas o curanderos podrían existir a todo lo largo y ancho del territorio, las indagaciones apuntan que alcanzarían unos miles.

No obstante, las consultas a los brujos se han incrementado, principalmente en San Juan, Elías Piña, Barahona y Las Matas de Farfán, en el llamado Sur Profundo; pero, también en Samaná, Higuey y Miches. En la capital tienen gran demanda en los bateyes de Pa, donde son visitados por personajes que andan en lujosos autos y yipetas.

Los que acuden a estos lugares son, tanto personas ricas como pobres. Incluso personas cultas, instruidas, las cuales apelan a estos servicios en ocasiones disfrazados, con sombreros o cachuchas y lentes ahumados, a fin de que no los reconozcan.

La proliferación de brujos en los bateyes, generalmente está asociada a la población haitiana, que en sus prácticas de hechicerías suele mezclar ritos de vudú con cánticos, los cuales constituyen un sincretismo en el que se entremezclan la cultura de ambos pueblos.

Se dividen entre los que trabajan con Dios: brujos blancos y los que apelan a espíritus malignos o magia negra, como es conocida popularmente, con visitas al cementerio en horas tardías de la noche, en las cuales invocan espíritus errantes y dicen capturarlos, para entonces lanzarlos encima de la víctima escogida, segun el diario Dominicanoshoy.