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La semana pasada en un acto en la Vega, en el que anunciaron la familia Riveras su apoyo al candidato presidencial del PRD, Hipólito Mejía, los hermanos paternos del presidente de esa organización, Miguel Vargas, le pidieron ayer que se integre “en cuerpo y alma” a la candidatura de Mejía.
Mejía, dijo que “parte de nuestra familia”, representado por su hermana Janet Rivera, el empre sario Tony Rivera, hijo del extinto senador del PRSC por esta provincia, el empresario Pedro A. Rivera, quien aseguró que “mi padre mantuvo siempre una relación de amistad y respeto profundo con Hipólito
En otras circunstancias, el apoyo de la familia Rivera a Mejía hubiera sido legítima, oportuna y correcta, pero ahora y por las exhortaciones no fue más que una provocación.
El caso Vargas, debió haberse mantenido cerrado, con malletazo y todo, pues sólo en tiempos de la selva se curaban las heridas con limón.
A Kipling se atribuye haber escrito que "la fuerza de la manada está en el lobo y la fuerza del lobo en la jauría", como una forma de resaltar valores de grupo. Nadie conoce la reacción de Miguel, pero de seguro que le sabrá a retama que sus hermanos se hayan prestado a jugar en su contra.
Además de ser un intento inútil, vano y fuera de tiempo. Lo que no se pudo con política, ni a la cañona, no es verdad que va a lograrse con palos acechados. Si los hermanos bebían en una misma taza, ahora no lo harán, pues rota, como dice el refrán, cada quien tomará el camino de su casa.
¿Cuántos votos son los Rivera? De seguro que no muchos, y los que fueran pudo haberlos conseguido Janet, por los vínculos conocidos. Dividir una familia ya unida no es el mejor colofón de campaña, según Diario Libre.
