En la búsqueda de las noticias, los buenos periodistas tienen a menudo que desplegar todo su arsenal de ingenio creativo para obtenerlas.
No pueden escatimar esfuerzos, estratagemas o algunos truquitos ya probados, con tal de cavar profundo y desentrañarlas.
Eso sí, lo ético es que lo hagan sin incurrir en transgresiones a los “pactos” de confidencialidad con una fuente ni a las leyes que protegen derechos colectivos o individuales.
Aprender a leer al revés un documento que reposa en el escritorio de un entrevistado es una opción válida.
Yo usé mucho ese método, discretamente, solo para “orejearme”, no necesariamente para reproducir el contenido.
Claro, estas alternativas funcionan cuando se trata de buscar y difundir información en medio de situaciones difíciles o peligrosas.
Algunas de esas estratagemas resultan bastante curiosas y llamativas.
Por ejemplo, disfrazarse o hacerse pasar por alguien más: Esta es una técnica clásica que se utiliza para acceder a lugares o personas a las que de otro modo sería difícil llegar.
Es el caso de un periodista que se disfrazó de monje para poder ingresar a un monasterio y realizar una investigación sobre abusos sexuales.
También se vale usar la tecnología para su beneficio, como lo hizo un periodista que puso a un dron a sobrevolar para grabar imágenes de una prisión secreta en China.
Asimismo, hubo un caso en el que el reportero se hizo pasar por un trabajador de limpieza para poder acceder a las oficinas de un banco y obtener información sobre un escándalo financiero.
Otro se hizo pasar por un cliente para poder entrar a un restaurante de lujo y entrevistar a un chef famoso.
Y uno bastante arriesgado se colgó de un helicóptero para poder obtener imágenes de un incendio forestal, en tanto un colega suyo se disfrazó de perro para poder entrar a una fiesta privada.
Estas técnicas, repito, pueden ser arriesgadas y, en algunos casos, incluso ilegales.
Pero le dan emoción, suspenso y retos a este oficio, de por sí pleno de vivencias insospechadas.
Lo interesante de todo es que los usuarios nunca se imaginan, cuando están plácidamente cómodos frente a un periódico o una pantalla leyendo u oyendo una primicia, la brega que dio conseguirla.
Por Miguel Franjul/listindiario.com