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De estelar pitcher de Oakland y Águilas Cibaeña a obrero en las lomas


República Dominicana:-En inicio de los 90´s, Apolinar García transitaba con guante y spikes en manos a los entrenamientos de las Águilas Cibaeñas, exitosa franquicia de la que en sus seis campañas allí tenía la responsabilidad de ser uno de sus puntas de lanza en el pitcheo abridor. 

Su paso por el béisbol dominicano fue de entrega, sonrisas y logros que en series regulares acumuló marca de 29-22 con 3.18 de efectividad, cuya cosecha se extendió con fortaleza hacia los Round Robin y series finales, en los que figura en los principales renglones entre los monticulistas en esas partes en que se definen las coronas de béisbol. 

Hoy día, sus logros y éxitos acumulados solo forman parte de un hermoso recuerdo, cuyas medallas y trofeos que en el pasado generaban satisfacciones y sonrisas en la actualidad se pierden entre tristezas y preocupaciones, pues tras su retiro en 2001 la vida para Apolinar ha sido de penurias con escasos momentos de colores y rosas. 

 Aquellos útiles que mostraba con orgullo y determinación tras caminar por diversas áreas del parque Cibao, hoy se han transformados en palas, machetes, mochas, aza entre otros objetos, pues lamentablemente su vida se ha transformado desde los montículos de los estadios dominicanos a las duras tareas del trabajo de obrero en las montañas de su natal Bonao, lugar donde entre avispas, mosquitos, hormigas y una especie de estas de nombre jibijoa, el triunfador de 14 partidos en Todos contra Todos se gana la vida como un obrero. 
Apolinar, quien en febrero de 1987 firmó como profesional con los Atléticos de Oakland de la mano de Don Juan Marichal, jugó por 10 campañas en las Menores sin nunca probar la dulzura que representa ascender a Grandes Ligas y su mayor sustento era cuando lanzaba en Dominicana, principalmente con las Águilas, en que en su mejor época alcanzaba una paga de unos 40 mil pesos mensuales. 

Sin haber construido fortuna como lanzador, diferente a otros colegas, quienes si actuaron a nivel de Ligas Mayores, García labora en una finca en la localidad los llanos que pertenece a uno de sus hermanos, Bienvenido García, en que le ha correspondido primero limpiar gran parte de las 150 tareas para luego sembrarlas de limón, plátanos, yuca y otros rublos. 

Quien en su época dorada arribaba a los estadios en un Nissan 240, hoy una passola es su medio de transporte que lo conduce hacia las lomas de El llano, el uniforme que exhibía con cualquiera de los cinco equipos en que lanzó en la pelota invernal, ha sido cambiado por un pantalón y sueter manga larga, acompañado de un viejo sombrero. 

“Es muy fuerte el trajinar, cada día a las seis de la mañana estoy rumbo a las montañas, sin importar el frio de las primeras horas, ni el sol cuando avanza el día, laboró más de 12 horas”, señala, quien fue uno de los primeros pitchers que firmaron y son oriundo de Bonao. 

Poco más de tres años tiene García en esas labores, en que devenga un salario de 12 mil pesos mensuales, monto que ni medianamente le alcanza para el sustento. 
En la actualidad convive con su esposa Juana Esperanza Pérez, quien es madre de dos niños, Darling Manuel Ortiz de 17 años y Darlenny María Espino, de 14 años. El exlanzador tiene hijos de otro matrimonio. 

El expitcher, de 56 años y quien representó al país en Juegos Centroamericanos (Santiago 86) y Panamericanos ( Winipeg, Canada 1999) no titubea en pedir una pensión al Gobierno Dominicano o sr incluido en el programa de Viejas Glorias o recibir cualquier tipo de colaboración, de cualquier índole que pueda venir ya sea de la Federación Nacional de Peloteros Profesionales, de las Águilas, franquicia a la que brindó lo mejor de su talento o de otra entidad que brinde soporte a peloteros de béisbol o deportista en sentido general. 

“Mientras tenga fuerza y pueda trabajar lo haré, pero si puedo conseguir algo más relacionado con lo que fue mi vida en el deporte sería mucho mejor para mí y la familia”, expresa el exlanzador, miembro de dos equipos aguiluchos que conquistaron la corona en el béisbol invernal, así como un tres veces miembro de los equipos dominicanos que asistieron a las Serie del Caribe. 

El recuerda que en el pasado reciente recibía alguna ayuda de parte de las Águilas, de la cual estará siempre agradecido de Winston Llenas, uno de los pilares históricos de esta organización, pero hace un tiempo que la misma no le llega.

Por Pedro G. Briseño