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Crónica de una pandemia anunciada

Por: Sergio Sarita Valdez
¿Quién en su niñez no vivió la sabía advertencia de padres o abuelos, e hizo caso omiso por complacer a su ego juvenil? Luego vino la consabida amarga expresión de angustia y frustración maternal: “Te lo dije”. La fundación Bill y Melinda Gates han tenido sus ojos fijos en el futuro inmediato desde hace años. Se ha dicho que los brotes de enfermedades infecciosas son en cierto sentido inevitables; en cambio las epidemias son evitables y las pandemias ni se dice.

Expertos mundiales de salud habían por años advertido la probabilidad de otra catástrofe universal de salud, lo único que no se le había puesto fecha precisa. Poca gente hizo caso. Son contados los historiadores que han dedicado sus energías mentales al estudio de las catástrofes sanitarias universales. Ya George Santayana había sentenciado en pleno siglo XIX: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Otro judío alemán, Carlos Marx, economista y político habría expresado: “La historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”.

En un enjundioso artículo de perspectiva, Bill Gates editorializa: “En una crisis, los líderes tienen dos responsabilidades importantes: resolver los problemas inmediatos e impedir que recurran. Por ello están invirtiendo en investigaciones para generar medicamentos y vacunas para venta y distribución mundial a precios asequibles a gobiernos y pueblos de la tierra. Como gente de avanzada digital propone el uso de la inteligencia artificial, los equipos y programas de computación distribuidos por todo el universo. Los bancos de datos y la ubicación de los recursos científico técnicos serían la base para hacerse sentir en la práctica en cada uno de los continentes. Se plantea reducir la llegada a clínicas y hospitales de marejadas de enfermos del COVID-19 a través de tamizajes locales, manejo hogareño de los individuos portadores del virus y con poca sintomatología. El uso adecuado de aparatos de asistencia respiratoria en personas agudamente enfermas, así como el disponer de equipos de protección para el personal sanitario que atiende a los pacientes es parte de las metas inmediatas de acción en la presente coyuntura.

Se propone activar la telemedicina y los ensayos clínicos de los tratamientos de prueba y vacunas con la consiguiente aceleración y acortamiento del tiempo ordinario requerido. Los doctores Judd E. Hollander y Brendan G. Carr hacen de la innovación digital una herramienta para triaje en el hogar con celulares, tabletas y cámaras de vídeo para obviar la entrada por la emergencia y el contacto directo con el saturado personal médico y de enfermeras. Nada de esto puede realizarse con efectividad si no contamos con una plataforma de atención primaria con capacidad para realizar pruebas virológicas masivas. Si hubiésemos atendido a los centenares de llamados a implementar el modelo de atención de salud lo más cercano al núcleo familiar otro gallo cantaría. Hemos perdido décadas en escritos, reuniones y discursos que llenan tiempo y espacio pero que nada cambian.

¿Quién ignora que todo individuo necesita alimentarse, bañarse, vestirse y educarse en salud? ¿Acaso desconocemos la importancia de una efectiva cuarentena para romper una curva de contagio y poner bajo control la pandemia? Pero resulta que mucha gente no es loca y no se encierra sin comida, sin agua y sin luz en un hacinado espacio hasta perecer.

Aprovechemos la alta tecnología, base de datos e inteligencia artificial contra el Coronavirus.