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Que no se quede en las palabras

La declaración del 2017 como “Año del Desarrollo Agroforestal” es válida para trazar un objetivo de primer orden: convertir la relación entre las actividades humanas y la floresta, ríos y montañas, en un todo armonioso de aprovechamiento y conservación. 


Quizás sea esta una buena oportunidad para comenzar a evitar que los recursos naturales del país permanezcan en un curso de extinción o daños irreparables como es evidente. Con una población que no para de crecer y de consumir, medios territoriales imprescindibles para la vida y el desarrollo peligrarían dramáticamente. 

Fijar con sentido de anualidad estas metas es plausible… pero siempre se ha dicho que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. 


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Un motivo de frustracción para esta sociedad deviene de la incapacidad que han mostrado autoridades para revertir la contaminación de ríos al tiempo de ver que importantes zonas boscosas nacionales permanecen como canteras para producir carbón y leña, mayormente para consumo en Haití. 

Resalta además que persistan las prácticas que han llevado a los caudales del Ozama y el Isabela a ser destino final de desechos humanos e industriales. No menos condenable ha sido la tolerada extracción abusiva de materiales para construcción en diversos cauces y riberas. 

Para que el “Año del Desarrollo Agropecuario” arroje frutos será imprescindible dejar atrás toda incompetencia. Editorial de Hoy digital. 02/01/2017.