Toquen todas las puertas, organicen a sus voluntarios y ataquen a discreción. Hillary Clinton y Donald Trump comienzan el último fin de semana una maratónica campaña echando mano de cuanta herramienta tienen disponible para lograr que sus partidarios acudan a las urnas el martes 8.
Según las encuestas, en los estados clave todavía no hay claro favorito.
Clinton y sus aliados procuran granjearse el apoyo de los votantes negros, al reconocer que hay indicios en las estadísticas de una afluencia de electores menor a la prevista en la votación anticipada.
Esta situación ha sonado la alarma sobre una reducción del entusiasmo que podría acarrear complicaciones a todos los candidatos demócratas en las papeletas.
La candidata presidencial demócrata hizo campaña en Pennsylvania y Michigan, estados considerados baluartes demócratas desde hace mucho tiempo.
Clinton critica el historial de Trump en la contienda presidencial y lo acusa de alentar tácitamente el apoyo de sectores que creen en la supremacía blanca.
“Durante toda su campaña, él ha enviado mensajes subyacentes a sus partidarios más rencorosos”, señaló Clinton durante un acto político en Greenville, North Carolina.
La reducción de la ventaja de Clinton ha dado nuevas esperanzas a la campaña de Trump, quien busca un mayor avance entre los electores antes de que se le agote el tiempo.
Esto significa concentrarse en cuestionar la credibilidad de Clinton y exaltar la nueva revisión que efectúa el FBI de los correos electrónicos de un colaborador, acciones ofensivas que tienen el propósito de atraer a los electores republicanos e independientes moderados.
Trump advirtió a los electores que las investigaciones interminables impedirían a su oponente demócrata gobernar con eficacia, en palabras dirigidas directamente a los electores que se rehúsan a votar por el magnate, pero que también rechazan el posible retorno de Clinton y su esposo, el ex presidente Bill Clinton, a la Casa Blanca. 05/11/2016.