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RIO/2016 DESVANECE ESPERANZAS DE SEDE PARA AMÉRICA LATINA

Por Carlos Rodríguez*
  Desde que fueron celebrados por primera vez (año 884 a.c.) hace 30 siglos en la ciudad de Olimpia (de ahí su nombre, olimpíadas o juegos olímpicos) de Elida, en el Peloponeso, esa fiesta universal que representan los juegos, se han realizado apenas en cuatro ocasiones en países del llamado Nuevo Mundo (América) y sólo dos veces de este lado del Río Grande. 
La primera vez que América acogió unas olimpíadas fue en México, 1968; la segunda en Montreal, Cánada/1976 matizadas por una agudización de los conflictos de la malhadada Guerra Fría, que implicaron la ausencia de la segunda (cuidado si la primera) potencia deportiva del mundo: la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La tercera vez fue en Atlanta/96, Estados Unidos de Norteamérica veinte años después; y ahora, en Río de Janeiro, Brasil/2016, también veinte años después de Atlanta.

Al ser escogido Brasil como sede de estos juegos hubo un reconocimiento implícito a las garantías económicas y de levantamiento de las insfraestructuras propicias a las diferentes competencias que representaba para el Comité Olímpico Internacional (COI) despegue de la economía del gran país suramericano, el cual pasó a formar parte de las primeras 20 potencias económicas del planeta, mediante un crecimiento sostenido y, sobre todo, por la apertura de un mercado tan grande como es una población de entre 30-40 millones de personas que habían superado la pobreza en menos de una década. 
A tal punto fue esto así, que ese auge llevó a Brasil a formar parte de un Bloque Económico transcontinental que por su sigla, formada con la letra inicial del nombre de cada país, se identifica como Grupo BRICH (Brasil, Rusia, India y China) conformado por las cuatro economías de mayor crecimiento en el mundo, pese a la crisis financiera que azotó al planeta fundamentalmente entre 2007 y 2011. 

>Pero..., ¡Oh, sorpresa! 
De buenas a primeras la crisis llegó al líder económico latinoamericano, pero el fenómeno coincide con el desencadenamiento de una feroz competencia con las potencias tradicionales (Estados Unidos y el bloque de la Unión Europea) en materia de expansión y por el control del mercado en la Región de Las Américas.

Así, las Olimpíadas de Río/2016 encuentran a Brasil envuelto en una crisis de dimensión tal que no sólo ha desacelerado el crecimiento económico sino que se ha internado en el ámbito político, implicando el pulseo por un posible golpe de Estado camuflado de revocación institucional de mandatado contra la presidenta Dilma Rusef y el Partido de gobierno. 

A la larga tales acontecimientos implicarán el alejamiento de la posibilidad de que otro país del continente, con excepción de Estados Unidos o Canadá, en lo inmediato pueda ni siquiera pensar en la posibilidad de ser sede de unas olimpíadas, las cuales volverían a ser privilegio del denominado "Primer Mundo". *Es periodista. 08/08/2016.