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Haití: una piedra en el zapato dominicano


Haití, intervenido desde hace más de diez años por una fuerza internacional de las Naciones Unidas para mantener el orden, tiene a sus dirigentes y políticos empeñados en amargarle la vida a sus vecinos orientales. 

Aparte de estimular el éxodo permanente de sus paisanos sin papeles. Las autoridades haitianas no le suministran documentos de identidad a sus nacionales, los cuales, desesperados, ya asentados en Dominicana pasan las de Caín, ahora que los dominicanos tratan de llevar orden a su descuidada política inmigratoria. 

Era la de dejar hacer y los vecinos se servían con la cuchara grande para mantener un tráfico sin contratiempos para recorrer todo el país hasta llegar por lo general al este. Allí, en Verón, Bávaro, han formado un asentamiento humano que por sus dimensiones y populosa población podría considerarse como el departamento número 12 de Haití. Pero las autoridades haitianas no han podido organizar unas elecciones para elegir al reemplazo de Martelly. 

Con numerosas trampas y argumentos raros, hacen más difícil y menos creíble ese proceso para el mundo. Nunca se creerá que en Haití se celebrarán elecciones limpias tal como las han anunciado para el próximo mes de octubre. Son numerosos los candidatos que se promueven para tales elecciones, que ya no cuentan con el respaldo financiero de Estados Unidos. Este es el principal soporte y amigo de Haití. 

Vive azuzándolos para que solo dirijan su vista hacia el oriente de la isla. Y con las amenazas más variadas, en su tono y en su forma de hacerlo, amedrentan a los dominicanos para que acepten sumisamente la invasión pacífica de millares de seres que ningún gobierno los quiere en sus territorios. Los haitianos, lo que tienen en su estructura política, es un relajo donde su blanco principal de ataque son los dominicanos. 

A estos los engañan, amenazan, chantajean y se muestran mansos para que los dominicanos caigan en la trampa que siempre tienen preparada para arremeter en contra de la nueva diplomacia local. Nos imponen diversas y antojadizas trabas arancelarias para recibir determinados productos, como si ellos fueran un dechado de organización. Ya la diplomacia criolla muestra firmeza en sus posiciones después de un rediseño estratégico diplomático. Y esto después de una limpieza interna que ha permitido exhibir más firmeza y carácter para tratar con los hábiles diplomáticos del vecino país. Aparentemente ya no se actúa con temor frente a Haití. 

Ellos han asimilado esa realidad, y en su especial desorden administrativo, tratan de organizarse en cuanto al registro y documentación de sus nacionales. Pero al final de cuentas así como el país desperdició más de dos mil millones de pesos para regularizar a los millares que pernoctan en el territorio oriental de la isla. Esta nace, crece, trabaja, se reproduce y muere sin poseer algún documento que los identifique. Los haitianos se suponen que son más débiles que los dominicanos. Nosotros los amedrentamos con el desfile militar del día de la Independencia, el 27 de Febrero. 


Es la ocasión que se exhibe un poderoso armamento ligero de infantería y de guerrillas. Por aire y mar se exhibe la maquinaria para respaldar a la fuerte infantería. De esa manera, el único y potencial adversario que tiene el país en la región son nuestros vecinos. Esto desfiles es para que asimilen el meta mensaje. Cuidado con las intenciones futuras que tienen pretendiendo cumplir el mandato de su Constitución de que la isla es una e indivisible. 

Por lo anterior es que Haití recurre a su única e imbatible arma que es la invasión pacífica de miles de sus habitantes. Ese indetenible tráfico humano a lo largo de la porosa frontera desborda por completo la capacidad dominicana para contrarrestarla. Así el país recibe una mano de obra que es vital para las labores productivas en las diversas áreas de la producción. 

Desde la recolección del banano, arroz y del café, hasta la colocación de sofisticados accesorios de baños en las modernas torres de la capital o en los resorts de Bávaro o Punta Cana. Es penoso decirlo, los haitianos han ido ocupando los puestos de trabajo que los dominicanos van desechando. Por ende, se han convertido en un molestoso clavito en los zapatos de los dominicanos. Parece que nos tocará vivir con esa molestia debido a una condescendencia oficial y por los cambios que se observan, tanto en la diplomacia extranjera como en la religiosa. Por Fabio Herrera Miniño. 30/07/2016.