Inglaterra fue pionera en el registro y medición de la pobreza.
El inglés Charles James Cabina (Charles Booth), fue uno de los primeros en realizar mediciones de pobreza en el siglo XIX, mediante un método indirecto que la define a partir del ingreso de los hogares. Este método fue denominado como Método de la Línea de Pobreza LP.
El costo en el mercado de la canasta familiar básica, que incluye los alimentos, educación, salud, vestidos y vivienda, es lo que define la línea de pobreza. Si los ingresos de una familia no alcanzan para pagar la canasta básica, son considerados “pobres” y aquellos hogares que solo pueden comprar alimentos, se consideran “indigentes”.
Las deficiencias del método LP, es que solo mide la dimensión económica de la pobreza. Esto es, si los ingresos de una familia alcanzan o no para cubrir la canasta familiar o una parte de ella. De ahí que el economista indio, Amartya Kumar Sen, Premio Nobel de Economía 1998 y Profesor de Economía y Filosofía en la Universidad de Harvard, propuso que la medición de pobreza se realizara tomando en consideración múltiples carencias o necesidades básicas identificadas en los censos poblacionales, y donde la intervención del Estado es imprescindible, tales como educación, vivienda y servicios básicos.
Tomando en consideración este enfoque, la Comisión de Estudios Económicos para América Latina y el Caribe, CEPAL, a través de la Sección de Estadísticas Sociales y Proyecciones Económicas, propuso en la década de los 80, el Método de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), el cual define la condición de pobreza de un hogar a partir de un conjunto de variables sociales, cuyas mediciones se realizan con datos censales para la elaboración de mapas de pobreza.
En esta propuesta de la CEPAL, se consideran 6 carencias o necesidades: vivienda con piso de tierra; no tener agua corriente por tubería conectada a la red pública; no poseer servicio sanitario; no disponer de energía eléctrica; vivir en hacinamiento (más de 3.5 personas por dormitorio); y, el hogar tiene al menos un miembro adulto en edad laboral que es semi-analfabeto, es decir, que apenas alcanzó dos o menos años de escolaridad.
A partir de esta propuesta de la CEPAL, se ha avanzado hacia un estadio más amplio en la medición de pobreza.
Los economistas Sabina Alkire y James Foster de la Universidad de Oxford, desarrollaron el método denominado “Índice de pobreza multidimensional (IPM)”, que considera diez variables sociales para medir la pobreza. A partir de este nuevo enfoque, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ha utilizado este método en los informes mundiales de desarrollo humano, desde el año 2010.
En los últimos 30 años en la República Dominicana, se han utilizado diversos métodos para medir la pobreza, entre los cuales se encuentra el Método LP. En las dos últimas versiones realizadas, la pobreza multidimensional fue medida a partir del Índice de Calidad de Vida (ICV), que no es más que la medición del grado de pobreza de cada hogar, el cual fue desarrollado partir de un trabajo coordinado entre el Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN), y el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.
El Mapa de Pobreza 2014, publicado por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, puso de relieve las carencias y dificultades de miles de dominicanos que todos los días subsisten con los pocos ingresos que reciben de los programas sociales del Gobierno y otros que no han sido incluidos, simplemente viven de la caridad.
En esta versión del Mapa de Pobreza 2014, se amplió a 15 el número de privaciones o carencias sociales utilizadas en la medición, ya que fueron incluidas las variables del ICV: Vivienda con piso de tierra; Vivienda con techo de materiales inadecuados; Vivienda con paredes de materiales inadecuados; Hogar cocina con carbón o leña; Sin instalación agua potable de la red pública; Sin servicio sanitario adecuado; Sin energía eléctrica; Hogar no tiene servicio de recolección basura; El hogar tiene dos o menos equipos básicos (nevera, estufa, lavadora y televisor); Con adultos/as de 18 a 64 años semianalfabetos (<= 2 años de escolaridad); Con niños/as de 6 a 16 años que no asisten a la escuela; Vive en barracón, casa en hilera, cuartería, parte atrás; Hogar con más de 3.5 personas por cuarto; Hogar no tiene medio de transporte privado: ni carro ni motocicleta; Hogar no tiene acceso a las TIC: ni teléfono fijo, ni celular, ni PC.
En el caso de la Provincia San Juan, el estudio reveló que las siete principales carencias sociales de la provincia, con porcentaje superior de 26%, son las siguientes: medio de transporte privado 61.1%; equipamiento básico del hogar 44.4%; escolaridad adulta 41.9%; servicio sanitario 37.2%; GLP 34.6%; TIC 30.9%; y servicio de agua potable de red pública 26.4%.
Las restantes ocho 8 carencias presentan el siguiente orden de importancia: piso 20.1%; tamaño de la vivienda 11.0%; energía eléctrica de red pública 10.5%; recogida de basura 6.3%; pared 5.3%; vivienda 4.9%; techo 4.6%; y asistencia escolar 4.0%.
En la provincia San Juan, 12 de las 15 carencias estaban por encima de 10%, lo que indica la necesidad de programas orientados al cierre de brechas; por otra parte, solo las carencias en techo, vivienda y asistencia escolar se encontraban en niveles inferiores al 5%, lo que abre las posibilidades de su erradicación en la provincia.
A pesar de estos altos índices de carencia en 2010, en la provincia San Juan la situación mejoró significativamente en la última década, ya que de 2002 a 2010 todas las carencias sociales consiguieron disminuir, por lo que todas habrían contribuido en la aceleración de la caída de la pobreza multidimensional. Por Félix Bautista,
senador