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Azua en el reflejos de la Historia de sus Poesías y Versos

En Azua: La leyenda de una cenicienta sin príncipe así comienza la historia que durante unos 500 años ha vivido un pueblo de República Dominicana, enclavado en el corazón de la región sur de aquel país, guardaba en su seno los versos y poesías del poeta, se escuchaban los cuentos de sus historiadores, se veía la hermosura de sus mujeres y sus hombres entre tabernas y tragos esperaban a que apareciera un príncipe de los cuentos de hadas. 

 En el transcurrir del tiempo aquella inmensa porción de terrero que llegaba a frontera con la pequeña áfrica al oeste de la isla, estaba detenida en el reloj del tiempo, apena los rostros resplandeciente de sus bellas mujeres invitaba a visitar aquel lugar polvoriento con espectro de un pueblo fantasma abandonado, algo que no era real. 

 La fama de sus hombres entre versos, poesías y cuentos como hamaca campesina y como el vaivén de las olas del mar crecía en la popularidad, pero aun así aquel príncipe se alejaba más de los sueños de los hombres que anhelaba que aquel espacio prototipo de gallardía, valentía, coraje y bravura dejara de ser esa cenicienta sin príncipe y esa polvorienta, olvidada y empobrecida Azua. 

 En el espacio retumbaba esa estrofa de una inmortal poesía que en sus versos dice: Que nadie me conozca y que nadie me quiera, que nadie se preocupe de mi triste destino, quiero ser incansable y eterno peregrino que camina sin rumbo por que nadie lo espera. 

Héctor J. Díaz. Como el presagio de una maldición esa parte de aquella poesía se convertía en un himno que parecía predecir que durante muchos años ese pueblo histórico caminaría sin rumbo, sin nadie que lo conozca y sin que nadie lo quiera, no, no era cierto, Azua sin levantarse de los escombros y el olvido desde su nacimiento había ganado un lugar sin que sus gentes la valorizara. 

 El siglo 20 limito el alcance y la extensión de sus terrenos y se redujo, naciendo de ella un valle que se convertiría en el granero del sur. 

 El Azua de la independencia caía en el aturdimiento, mientras en el estado de un régimen sus hombres no tenia voz de reclamo y en medio de una tierra seca y polvorienta solo sus mujeres era codicia en gran manera. Solo la voz de un poeta levanta el ser y hacía sentir la existencia de un pueblo donde la indiferencia de estado cobraba fuerza mientras unos pocos vivía de la abundancia en el gobierno de una Azua muerta. 

Un pueblo que no avanzaba, donde buitres, halcón asechaba cualquier indicio de abundancia para seguir viviendo en la comodidad escasa, mientras otros agonizaban en medio de la pobreza carbonera que les dejaba la negrura de suerte. 

 Con pocos de sus hijos para defenderla, la polvorienta, pobre y cenicienta Azua volvía a nacer y ahora embarazada y sin querer abortar nacían de ella comunidades rodeada de la vena de un canal para que floreciera y creciera un agricultura diversificada como garantía de un crecimiento económico. Sus logros fueron más la intensión de un régimen que el clamor de sus gentes y aun a pesar de ellos y por encima del interés del gobierno las conquistas alcanzadas fueron pocas comparada con la que obtuvieron otras provincias.

 Recuerdo la voz del poeta lanzando un grito de moral, pulcritud y dignidad intentando despertar son sus versos un pueblo digno de no vivir en la pobreza extrema cito: Tú dices que no me quiere porque tengo el saco roto, yo sin saco y tú sin virgo vamos a ver quien compra otro. 

Héctor J. Díaz Por encima de la dignidad y la moral estaba la inconducta de unos pocos que hasta ahora han sobre vivido de el Azua de los versos, poemas, de cuentos del historiador, de su gallardía, su valentía, coraje y bravura, dejándonos con el saco roto como burla de sus perversos manejos, ellos que ha existido sin virgo de su dignidad.

Ahora en pleno siglo 21 como bufón de la burla y con los aplausos de los sabios, reyes de la complicidad, protectores de mentiras, políticos altaneros advenedizos de estos tiempos, pretende hablar para ocultar el cordón de miseria, pobreza y dificultades que rodean la provincia.

 Las épocas más amargas de la historia comienza en la mesa del servilismo y cuando hombres y mujeres pierden el horizonte de la verdad y dejan que lo guíen por la ruta de la seducción de intereses mezquinos cargado de la individualidad creadora de pobreza y miseria para tener una Azua como cenicienta muerta y sin príncipe que la despierte de su torpeza. 

 Al concluir intento llegar al corazón de los Azuanos, bastaría preguntar, si como pueblo hemos avanzado poco, a quien podemos atribuir nuestras limitaciones, les recuerdo que un Azuano no se mira al espejo, solo busca su reflejo en la historia y luego al verse, solo les queda ser valiente si ama a su pueblo. Por: HECTOR J. CAAMAÑO. 25/01/2016.