
El presidente Medina es un hombre sencillo, no le gusta el boato ni los floreos del protocolo. Por eso, a veces se lo salta, y lo que es un gesto de buena voluntad, en ocasiones puede ser mal interpretado.
Llama la atención su puntualidad, algo que desde hace muchos años habíamos olvidado en los actos oficiales, así como todavía su timidez en algunas situaciones de Estado. Tendremos que acostumbrarnos a esa nueva forma de ejercer el mando supremo porque, además, le está dando resultado.
Las encuestas señalan un altísimo nivel de aprobación a sus primeras realizaciones y a su forma de actuar. En realidad, a la gente le gusta que se sea como la generalidad y que se tenga sentido práctico en las decisiones.
El nuevo estilo está gustando y eso es bueno, Diario Libre.