¿Recordarán los niños de hoy a sus maestros con el cariño, la admiración y el respeto que los mayores recuerdan a los suyos? Esa es la pregunta que debiera hacerse todo maestro de hoy. Podría sorprenderle la respuesta.
El día dedicado a los maestros encuentra a esos seres especiales sumergidos en crisis. No han sabido administrar su sistema de salud particular; su sindicato tiene un escándalo cada par de años y los niveles de desempeño de nuestra educación están por el suelo.
El magisterio, siempre mal pagado, sin embargo, está esperanzado en los numerosos planes que se esbozan para mejorar la calidad docente. En verdad, los maestros de hoy están más preparados académicamente que los de antaño, entonces ¿por qué aquellos eran tan admirados?
Ser maestro es ser como una vela, que se consume alumbrando, al decir de Concepción Arenal. Por eso, en este día, cada maestro debe examinar su vocación y hacer el compromiso de dar lo mejor de sí a cada estudiante. Verán la enorme diferencia.
