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Danilo Medina: entre la espada y la pared


Por Saul Pimentel
Después de casi diez años de ejercicio del poder y en un país cuya economía tiende a deteriorarse (hay una notoria disminución en las remesas, los ingresos fiscales se han caído y el entorno internacional va de mal en peor) las posibilidades de Leonel tienden a reducirse y él, como buen político, está consciente de ello. Por eso, ni corto ni perezoso, ha encontrado la salomónica salida de firmar un pacto en virtud del cual él se ve “forzosamente” impedido de reelegirse en el 2012, pero puede volver a ocupar el cargo en el 2016. Después de cuatro años de un merecido descanso, no es de extrañar que él retorne con bríos, a manera de Chapulín Colorado, a “rescatar” al PLD si es que se produce una derrota electoral.

Aunque no ha salido a relucir públicamente, el partido morado es ahora mismo una olla de grillos. Distintos dirigentes han comenzado a atar cabos con el propósito de obtener la candidatura presidencial. Se dice que en esa tarea están Radhamés Segura, Felix Bautista, Franklin Almeida, Francisco Domínguez Brito, Francisco Javier García y el tradicional aspirante Danilo Medina. De ellos, sin embargo, el único con reales posibilidades es Danilo debido a que tiene un trabajo hecho y, en ausencia de Leonel, puede recuperar los cuadros que le apoyaban y ganar nuevos adherentes. Hay quienes consideran que para poder salir triunfante Medina está obligado a negociar con Leonel Fernández. Entendemos, sin embargo, que si él lo hace y mantiene la actitud timorata que ha exhibido en los últimos tiempos, no llegará muy lejos.

Para él convertirse en una ficha atractiva para el electorado, necesariamente debe mantenerse alejado de Leonel Fernández, criticar abiertamente la corrupción, el descuido de áreas vitales y otros males de la actual Administración. En otras palabras, debe tomar para sí el rol de opositor que no han sabido desempeñar los PRD y PRSC. Solamente de esa manera, estableciendo distancia pública de Leonel y enarbolando la bandera de la honestidad y eficiencia administrativa, podría resultar simpático a la “mayoría silenciosa” que siempre observa y calla, y la cual al final de cuentas es la que inclina la balanza electoral. Danilo, sin embargo, se encuentra entre la espada y la pared. Falta ahora ver si él tiene la suficiente habilidad para sortear esta situación.